Conducir de manera negligente, discutir e insultarse es habitual entre algunos taxistas y chóferes de minibuses en Accra, Ghana, lo cual suele generar peleas. Sin embargo, una vez presencié un incidente que acabó de diferente forma. Un taxista casi chocó contra un autobús. Supuse que el chófer del autobús se enojaría y le gritaría al otro hombre. En cambio, lo miró y, con tranquilidad, le sonrió. Esa sonrisa obró maravillas. El chófer del taxi levantó la mano, se disculpó, le sonrió y siguió su camino… la tensión había desaparecido.
Una sonrisa actúa de manera asombrosa en la química
del cerebro. Los investigadores han descubierto que se liberan endorfinas, las
cuales producen un efecto fisiológicamente relajante. Esto no solo se aplica a
situaciones ajenas, sino que una sonrisa también puede disipar la tensión
emocional propia. La Biblia nos enseña: Quítense de vosotros toda amargura,
enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con
otros (Efesios 4:31-32).
Cuando el enojo, la tensión o la amargura amenazan
nuestra relación con Dios y con los demás, recordemos que «el corazón alegre
constituye buen remedio» (Proverbios 17:22), que nos traerá gozo y bienestar.
¿Cómo te
sentiste la última vez que discutiste con alguien? ¿Cómo te afectó?
Encontramos
gozo cuando aprendemos a vivir en el amor de Cristo.
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