Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida... 1 Juan 1;1
En mis inicios como editor,
elegía el versículo para la portada del libro que escribía. Poco después, comencé a
preguntarme si eso tenía importancia.En esto, una lectora me escribió diciendo que había orado por su hijo más de 20 años, pero que él no tenía ningún interés en Jesús. Un día, fui a verlo y le leí el versículo de la portada del libro. El Espíritu usó esas palabras para convencerlo de pecado, y aceptó a Jesús como Salvador en ese momento.
No recuerdo el versículo ni el nombre de la mujer, sin embargo, nunca olvidaré la claridad del mensaje de Dios para mí de ese día. Lo que sí recuerdo es que casi un año antes, Él había escogido esas palabras de un texto bíblico para que, al comunicárselas, respondiera a las
oraciones de esa madre. Desde el más allá, aplicó la maravilla de su Presencia a
mi trabajo con sus palabras.
Juan llamó a Jesús el "Verbo de vida" (1 Juan 1:1).
Quería que todos supieran lo que eso significaba. Os anunciamos la vida eterna,
la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó, escribió de Jesús. 1 Juan 1;2. Lo
que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis
comunión con nosotros (verso 3).
No hay nada mágico en poner palabras en un papel, pero sí hay poder en las palabras de la Escritura, que transforman la vida,
porque ellas nos señalan al Verbo de vida: Jesús.
Señor,
háblame hoy por tu Palabra.
Las palabras
que nos señalan a Cristo son siempre palabras que importan.
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