—Tú, ¿quién eres?
Entonces Jesús les dijo:
—Lo que desde el principio os he dicho. 26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero, y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo.
27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre. Juan 8:25-27
¿Es importante ser veraz y claro en lo que decimos? Sí, porque Dios detesta la hipocresía, las verdades a medias, el fingimiento, el hecho de acomodarse a las circunstancias, las mentiras, los barnices religiosos, la apariencia de piedad y de santidad. ¡A Dios no le gusta nada de esto! Él quiere que seamos veraces.
Mi sinceridad tal vez sea probada y despreciada, pero padecer “como cristiano” (1 Pedro 4:16) no es motivo de vergüenza; esto no tiene nada de especial. El Señor Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).
Jesucristo es nuestro modelo perfecto. Este versículo se refiere a Él: “He resuelto que mi boca no haga transgresión” (Salmo 17:3). Nosotros tenemos segundas intenciones; a veces escondemos algunos propósitos a nuestros semejantes, pero Jesús era perfectamente verdadero. Cuando le preguntaron: “¿Tú quién eres?”, Él respondió: “Lo que desde el principio os he dicho”, lo cual significa que mis palabras me describen tal como soy, es decir, la verdad. La verdad es la exposición perfecta de un hecho. Jesús era lo que decía ser, la gente podía confiar plenamente en Él.
Aún hoy podemos descansar completa y totalmente confiados en lo que dice en los evangelios, por ejemplo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). “Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37). “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Juan 10:27-29).
Jesucristo es nuestro modelo perfecto. Este versículo se refiere a Él: “He resuelto que mi boca no haga transgresión” (Salmo 17:3). Nosotros tenemos segundas intenciones; a veces escondemos algunos propósitos a nuestros semejantes, pero Jesús era perfectamente verdadero. Cuando le preguntaron: “¿Tú quién eres?”, Él respondió: “Lo que desde el principio os he dicho”, lo cual significa que mis palabras me describen tal como soy, es decir, la verdad. La verdad es la exposición perfecta de un hecho. Jesús era lo que decía ser, la gente podía confiar plenamente en Él.
Aún hoy podemos descansar completa y totalmente confiados en lo que dice en los evangelios, por ejemplo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). “Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37). “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Juan 10:27-29).
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