Hace unos cuantos años, en la televisión de mi país se emitía un programa maratoniano de ayuda social para discapacitados. Entonces vi esta historia que me pareció muy interesante y aplicable a nuestras vidas:
Sebastián Demangel, comentaba su experiencia de vida, o más bien una experiencia al borde de la muerte.
- -Yo iba en el coche porque quería.
- -Salí de juerga porque yo quería.
- -Iba borracho porque yo quería.
- ¡Nadie me obligaba!
A altas horas de la madrugada del año 98, y completamente ebrio, sobrevivió a un accidente que casi acaba con su vida y la de sus amigos. Sebastián remarca responsable e intencionadamente, aquellas palabras y asume haber tomado decisiones equivocadas: “porque yo quería”.
Hoy todo ha cambiado. Él sobrevivió al accidente pero quedó con secuelas graves en su sistema nervioso central. Ha tenido que aprender a caminar de nuevo, a comer solo, a abrochar sus zapatos solo; hasta su lengua está un poco torpe y cuesta entenderle, pero Sebastián aprendió a levantarse después de una caída, dos, tres, y más... Ahora Sebastián sale a "trotar" a la playa... , sus pies tropiezan uno con el otro, cae y se levanta para seguir intentando correr.
Ahora salgo a enfrentar el mundo de manera muy diferente, dice Sebastián.
Con la hombría de asumir errores, y con la fortaleza de no quedarse en una silla de ruedas, se puso de pie y decidió enfrentar cada caída que vendría en el futuro, para ponerse de pie con la bandera de la victoria. Sebastián sigue “eligiendo”. Igual que reconoció elegir lo peor, ¡hoy elige lo mejor!
Esdras 9:5 “...Y a la hora del sacrificio de la tarde me levanté de mi aflicción, y habiendo rasgado mi vestido y mi manto, me postré de rodillas, y extendí mis manos a Jehová mi Dios…”
Esdras comenta su angustia, pero solo duró hasta la hora del sacrificio de la tarde, y luego, valientemente se levantó de su aflicción y extendió sus manos a Jehová su Dios.
Tal vez estás angustiado y lees este tremendo testimonio de vida. Te has sentido agobiado por las circunstancias y te has sentado en tu silla de ruedas, de aflicción, para llorar y lamentarte por aquello que has perdido. Por aquello que ha desaparecido, que ya no está.
Sebastián perdió su sistema de vida, su entorno, su movilidad, pero no su Fuerza y su Fe. Toma el ejemplo de este joven muchacho; si hay que comenzar de nuevo, ¡se hace! Si hay que aprender de nuevo, ¡se hace! Así como Sebastián eligió mal en un momento, también eligió levantarse de esa aflicción.
¡Vamos! ¡Levántate!, ponte de pie. Hay mucho por hacer, hay mucho que recorrer, ¡hay mucho que aprender! Extiende tus brazos hacia Dios y Él te dará las fuerzas necesarias.
¡Tú puedes elegir hoy estar de pie!
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