Antes bien, exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: "Hoy", para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Hebreos 3:13
Ricardo necesitaba un impulso, y lo recibió. Estaba escalando una pared rocosa con su amigo Carlos, quien estaba encargado de asegurar la soga. Exhausto y a punto de rendirse, le pidió a su compañero que lo bajara; sin embargo, Carlos lo instó a seguir, diciéndole que había llegado demasiado lejos como para abandonar. Colgado en el aire, Ricardo decidió seguir intentándolo. De manera asombrosa, el estímulo de su amigo había hecho que volviera a pisar la roca y completara el ascenso.
En la iglesia primitiva, los seguidores de Cristo se alentaban mutuamente a seguir al Señor y mostrar compasión. En una cultura plagada de inmoralidad, los creyentes se incentivaban apasionadamente a vivir en pureza (Romanos 12:1; 1 Tesalonicenses 4:1), a interceder por el cuerpo de Cristo (Romanos 15:30), a ayudar a las personas a mantenerse conectadas a la iglesia (Hebreos 10:25) y amar cada día más (1 Tesalonicenses 4:10). Se alentaban unos a otros, como Dios los incentivaba a hacerlo (Hechos 13:15).
Mediante su muerte y resurrección, Jesucristo nos ha vinculado a unos con otros. Por lo tanto, con la ayuda de Dios, tenemos la responsabilidad y el privilegio de alentar a los demás creyentes a completar el ascenso a la confianza y la obediencia a Él.
¿Cuándo fue la última vez que alentaste a alguien a seguir a Cristo?
Por lo cual, animaos unos a otros y edificaos unos a otros, así como lo estáis haciendo. 1 Tesalonicenses 5:11
Ricardo necesitaba un impulso, y lo recibió. Estaba escalando una pared rocosa con su amigo Carlos, quien estaba encargado de asegurar la soga. Exhausto y a punto de rendirse, le pidió a su compañero que lo bajara; sin embargo, Carlos lo instó a seguir, diciéndole que había llegado demasiado lejos como para abandonar. Colgado en el aire, Ricardo decidió seguir intentándolo. De manera asombrosa, el estímulo de su amigo había hecho que volviera a pisar la roca y completara el ascenso.
En la iglesia primitiva, los seguidores de Cristo se alentaban mutuamente a seguir al Señor y mostrar compasión. En una cultura plagada de inmoralidad, los creyentes se incentivaban apasionadamente a vivir en pureza (Romanos 12:1; 1 Tesalonicenses 4:1), a interceder por el cuerpo de Cristo (Romanos 15:30), a ayudar a las personas a mantenerse conectadas a la iglesia (Hebreos 10:25) y amar cada día más (1 Tesalonicenses 4:10). Se alentaban unos a otros, como Dios los incentivaba a hacerlo (Hechos 13:15).
Mediante su muerte y resurrección, Jesucristo nos ha vinculado a unos con otros. Por lo tanto, con la ayuda de Dios, tenemos la responsabilidad y el privilegio de alentar a los demás creyentes a completar el ascenso a la confianza y la obediencia a Él.
¿Cuándo fue la última vez que alentaste a alguien a seguir a Cristo?
Por lo cual, animaos unos a otros y edificaos unos a otros, así como lo estáis haciendo. 1 Tesalonicenses 5:11
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