sábado, 6 de agosto de 2016

Termina lo que has empezado

Filipenses 2:13, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
Cristo fue a la tumba vacío, habiendo dado todo de sí mismo y acabada con éxito su misión; pero tengamos en cuenta que nadie va a ese mundo vacío, todos llegamos con algo, todos llegamos con un potencial no usado. Así como una semilla tiene la capacidad de germinar, transformarse y multiplicarse en fruto abundante, tu vida tiene mucho más de lo que has manifestado hasta hoy.
Pero a diferencia de las semillas, no dependes de alguien que plante y cultive el potencial que hay en tu interior; en realidad tú eres responsable mientras vives, de expresar, de activar, exponer y liberar al máximo tus habilidades escondidas e inactivas, y no importa cuánto hayas logrado hasta hoy ya que aún hay mucho dentro de ti que necesita ser liberado.
1. ¿Cómo puedes liberar lo que hay dentro de ti?
A través del trabajo y de la acción fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, y Dios, el Ser por excelencia, el Ser creativo, hizo el universo de la nada y permitió al hombre ser semejante a Él, cada día, a través de su talento creativo. Cuando miramos al hombre, según nos relata el libro de Génesis, vemos a éste no como un mono o un ser primitivo e ignorante, sino como una persona dotada de grandes aptitudes físicas y mentales que lo capacitaron para labrar, cuidar el huerto del Edén y ponerle nombre a cada uno de los animales que había en aquel maravilloso lugar. Ese trabajo diario que hacia Adán era la opción que Dios le daba al hombre, para que éste expresara su potencial, inteligencia y su capacidad creativa.
Y es precisamente con el trabajo diario, la manera que tenemos de expresar nuestras habilidades. Desafortunadamente para muchos el peor castigo es tener que trabajar, cuando en realidad es un gran privilegio el tener la oportunidad de ser útiles. Cuando comienza tu día, trata de quitar los pensamientos negativos en cuanto al trabajo y trata de vivir cada minuto intensamente, dando lo mejor de ti.
Porque al adoptar esta forma de pensar estarás transitando por el camino que te conduce al éxito, a la productividad y a la expresión de tu potencial. Cuando vemos el trabajo, o lo que hayamos emprendido, desde un ángulo contrario, es decir como algo pesado y rutinario, caemos en la tentación de abandonar lo que hemos comenzado. ¿Cuántas veces comenzaste algo y luego lo abandonaste?
¿Eres de los que comienzan algo y lo acaban? ¿O perteneces al grupo de los que comienzan un proyecto con entusiasmo, pero luego la rutina diaria y el cansancio los supera, y no pueden acabar lo que con tanta alegría y expectativa habían comenzado? ¿Te caracterizas por ser una persona que lucha hasta el final, o ante la adversidad bajas los brazos y abandonas la pelea?
Lo más importante no es cuántas cosas hayas comenzado, sino cuántas has terminado. En una carrera no siempre alcanza la victoria el que corre a gran velocidad, sino aquel que persevera hasta el final, porque terminar es más importante que empezar. ¡Qué satisfacción sentimos al concluir un trabajo responsable que nos han asignado; ¡casi nada produce más satisfacción que acabar una tarea pendiente!
Porque la mayor causa del estrés y la ansiedad no proviene de pensar en aquellas cosas que debemos iniciar, sino en meditar en aquellas que debemos terminar; la historia se encuentra llena de grandes personas que iniciaron algo y que murieron sin acabarlo, por ejemplo Miguel Ángel que murió con el cincel en la mano.
Seguramente ese día creyó que realizaría otra gran obra maestra, pero lo sorprendió la muerte. Aprovecha cada momento de tu vida para llevar a cabo tus sueños, visiones, metas,... ya que no fue el plan de Dios que el cementerio fuese el lugar de descanso para tu potencial, de hecho, Jesús completó su tarea aquí en la tierra, y sus palabras en la cruz muestran claramente que Él había cumplido su asignación…
(Juan 19:30) relata lo siguiente: Cuando Jesús hubo tomado vinagre dijo: ¡Consumado es!, y habiendo inclinado la cabeza entregó su espíritu. Jesús liberó y usó al máximo su potencial a fin de cumplir el propósito por el cual Dios lo había enviado al mundo; en otras palabras, Cristo fue a la tumba vacío, habiendo dado todo de sí mismo y terminando con éxito su misión.
Tú también has nacido con un propósito y con las habilidades para cumplirlo, que están dentro de ti esperando ser liberadas. Dios no planeó que el cementerio fuera el lugar de descanso final para tu potencial, ¿sabías que hay centenares, incluso miles de personas que han nacido, o que están por nacer, que necesitan recibir el beneficio de los libros, poemas o artículos que muchas veces te has resignado a no escribir?
Quizá necesiten escuchar las canciones que has fracasado en componer, o las invenciones que sigues posponiendo para más adelante, o el negocio que aún no has iniciado. Quizá, ¿por qué no?, sean millones los que necesitan del ministerio que Dios te ha dado pero que todavía no te atreves a comenzar, pero recuerda, esta generación y las generaciones venideras necesitan oír, descubrir y disfrutar el tesoro de tu potencial.
2. No caer en la monotonía
¿Qué es la monotonía? Es hacer siempre lo mismo sin que nada te apasione o motive; lo que antes te gustaba ya no te gusta; es como estar en una cárcel y sentir que no disfrutas nada. La persona que vive en la monotonía es vanidosa. Creemos que vanidad es tener muchos zapatos, ropa o ir a un hotel de lujo cinco estrellas, pero en la Biblia la palabra vanidad significa algo que carece de éxito y de fuerza.
Entonces la monotonía es una vida aburrida que carece de éxito y propósito. A esto se refería Salomón cuando dijo: Todo es vanidad, nada tiene sentido, todo está vacío. Pensar en cambios trae mucha angustia, por eso preferimos dejar la mente vacía y seguir haciendo lo mismo todos los días, sin que nada altere el día.
Pensar que tu matrimonio va de mal en peor, que ya no hay pasión, que tu marido/esposa está con cualquiera, que no se te reconoce ni se te valora, eso te trae angustia, y por eso dices: Sigo haciendo lo de todos los días aunque esta rutina me está aplastando, y no te atreves a soñar porque piensas que es en vano.
Allí está enmascarado el cansancio, te sientes agotado/a y quieres hacer un cambio, salir de la rutina, pero dices: No puedo, no me da el tiempo, tengo tantas cosas programadas en el día que no puedo parar ni cinco minutos para tomarme un té, no puedo, y lo vas posponiendo día tras día, y hoy te encuentras sin motivación para comenzarlo. Se te pasó el tiempo y entraste en la monotonía del costumbrismo.
Por tanto, no hago lo que quiero. Ir a cenar afuera no, porque cuando llega la noche solo quiero dormir, tengo mi vida marcada de antemano. Y el cansancio y el agotamiento hacen que tu vida sea aburrida, no puedes hacer lo que te gustaría, no intentas nada y sigues como siempre; pero aunque no hagas lo que te gustaría, aprende por lo menos, a cumplir desafíos en tu vida. No vamos a la iglesia para estar mezclados en medio de la multitud y ser personas comunes, sino para ser diferentes, con personalidades arrasadoras, y esto es un desafío.
Sé distinto al resto de las personas. El problema de muchas personas es que no tienen identidad, no saben tomar decisiones, tienen miedo de arriesgarse y se mezclan con la multitud, pero Dios te capacitó a través del Espíritu Santo, sé una persona con luz propia, brilla por la luz de Cristo que está en ti y camina con el favor de Dios que te distinguirá del resto, porque el León de Judá está en ti. ¡Despierta la pasión que hay dentro de ti!

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