El Señor es mi luz y mi salvación… Salmos 27;1.
No pensé en el miedo de mi hija hasta unas semanas después, cuando mi esposo estuvo fuera una noche por un viaje de negocios. Al acostarme, la oscuridad pareció agobiarme. Oí un pequeño ruido y salté de la cama para investigar. No había nada extraño, pero, al final, entendí el sentir de mi hija cuando yo misma lo experimenté.
Jesús entiende nuestros miedos y problemas porque Él vivió en este mundo como un ser humano, y soportó la misma clase de dificultades que nosotros: Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto (Isaías 53:3). Cuando le describimos nuestras luchas, no nos deja de lado, ni minimiza nuestros sentimientos ni nos dice que pensemos en otra cosa, sino que se identifica con nosotros y nuestra aflicción. Saber que Él nos comprende puede disipar la soledad que suele acompañar al sufrimiento. En nuestros momentos más oscuros, el Señor es nuestra luz y salvación.
Señor, gracias por entender mi situación.
Jesús es nuestra luz en la noche más oscura.
Jesús es nuestra luz en la noche más oscura.
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