Hay varias razones por las que era conveniente que Juan bautizara a Jesús al comienzo de su ministerio público. Jesús estaba a punto de emprender su gran obra, y era conveniente que Jesús fuera reconocido públicamente por su antecesor. Juan era "la voz que clama en el desierto" profetizada por Isaías, llamando a la gente al arrepentimiento, preparándose para su Mesías (Isaías 40:3). Al bautizar a Jesús, Juan estaba declarando a todos que aquí estaba Aquel a quien habían estado esperando, el Hijo de Dios, Aquel que él había profetizado bautizaría "con el Espíritu Santo y fuego" (Mateo 3:11).
El bautismo de Jesús también demostró que Él se identificó con los pecadores. Su bautismo simbolizó el arrepentimiento de los pecadores en la justicia de Cristo, muriendo con Él y levantándose libres del pecado y capaces de caminar en vida nueva. Su justicia perfecta cumpliría todos los requerimientos de la ley para los pecadores, que nunca podían esperar hacerlo por sus propios medios. Cuando Juan dudó en bautizar al perfecto Hijo de Dios, Jesús respondió que así convenía que se "cumpliera toda justicia" (Mateo 3:15). Con ello, Jesús se refirió a la justicia que ofrece a todos los que vienen a Él para intercambiar su pecado por su justicia (2 Corintios 5:21).
Además, cuando Jesús se acercaba a Juan estaba mostrando la aprobación del bautismo de éste, dando testimonio que era del cielo y aprobado por Dios. Esto sería importante en el futuro, cuando otros empezarían a dudar de la autoridad de Juan, especialmente después de ser arrestado por Herodes (Mateo 14:3-11).
Quizá lo más importante, la ocasión del bautismo público dejó testimonio a todas las generaciones futuras, la perfecta encarnación del Dios trino revelado en la gloria del cielo. El testimonio directo desde el cielo por parte del Padre complaciéndose con el Hijo y el Espíritu Santo que descendía sobre Jesús, (Mateo 3:16-17) es una imagen perfecta de la naturaleza trina de Dios. También describe la obra del Padre, del Hijo y del Espíritu, en la salvación de aquellos que Jesús vino a salvar. El Padre ama a los escogidos desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4), y Él envía a su Hijo para buscar y salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10); y el Espíritu convence de pecado (Juan 16:8) y atrae al creyente al Padre a través del Hijo. Toda la verdad gloriosa de la misericordia de Dios a través de Jesucristo está expuesta en el bautismo de Jesús.
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