martes, 2 de agosto de 2016

Momentos con Dios

“Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; me conducirán a tu santo monte y a tus moradas. Entraré al altar de Dios, al Dios de mi alegría y de mi gozo; y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío”.
(Salmos 43:3-4)
¡Amo el libro de los Salmos! Quedo cautivada, extasiada y sin palabras cuando me adentro en esas hermosas composiciones que escribieron diferentes salmistas, pero entre ellos, el más destacado es David. Me gusta percibir a través de esos versos, clamores, plegarias y cánticos, la confianza que ellos tenían en la fidelidad y el amor de Dios. La sencillez y transparencia de sus almas, que sabían reconocer cuándo necesitaban de la misericordia y el perdón de Dios, y también cuándo era el momento indicado para alabarlo, invocarlo y decirle cosas lindas al oído a Dios.
Tú y yo debemos procurar a diario entrar al monte, al altar de Dios. Y el altar mayor está en nuestro corazón, y lo abrimos cuando en oración nos postramos y adoramos a ese Ser que nos dio la vida y que continuamente hace maravillas y cosas increíbles en nosotros. Cuando le cantamos, cuando pedimos su dirección y guía para las cosas que vamos a hacer, cuando le consultamos sobre nuestras más anheladas aspiraciones, y Él nos envía su luz, su sabiduría, entonces nos hace conocer las cosas que tiene para nosotros. Él nos hace entender siempre que sus caminos y pensamientos nos llevaran más lejos de lo que imaginábamos.
Puede que no tengas a mano un arpa, violín o algún instrumento musical, pero tienes una adoración pura, sincera, de agradecimiento, de amor para tu Padre Celestial y Él está ansioso por recibirla. Él quiere escuchar tus palabras, Él desea sentir esa adoración que hace que los ángeles celebren y se gocen al ver que entiendes que tienes un privilegio que ellos no tienen, porque eres redimido y comprado a precio de sangre preciosa. Porque tienes un valor tan estimado para tu Creador, que dio lo más preciado para que fueras salvo y tuvieras conexión y comunicación con Él.

No te olvides nunca de lo importante que es pasar tiempo con tu Padre a solas, en oración, comunión y adoración. Recibirás las bendiciones maravillosas que tiene reservadas solamente para ti, y te mostrará cosas grandes y secretos maravillosos que aún desconoces.

Que Dios sea lo primero en nuestras vidas y que luego vengan las demás cosas.

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