martes, 9 de agosto de 2016

Mi milagro está a la puerta

“…Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él…” Hechos 12:5
Dice el verso 6, y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel. Era humanamente imposible que Pedro pudiera escapar de la cárcel; se necesitaba la intervención divina para salvar al Apóstol Pedro de morir al día siguiente.
Cuando leemos al principio del capítulo 12 de Hechos, vemos que el rey Herodes ya había matado a Jacobo hermano de Juan. Herodes se dio cuenta que a los judíos les gustó lo que había hecho con Jacobo y metió también a Pedro en la cárcel.
Pero “la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él. El verso siete dice Y he aquí que se presentó un ángel del Señor “y una luz resplandeció en la cárcel”, y tocando a Pedro en el costado le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos.
De repente un ángel apareció en la cárcel y anestesió a los 16 soldados, y las cadenas de Pedro se soltaron. ¡Aleluya! el ángel apareció aquella noche con una misión, sacar al apóstol de la cárcel; su milagro está a la puerta hoy, ese milagro que ha estado esperando viene en camino.
Versos ocho y nueve, le dijo el ángel: “Cíñete,” y “átate” las sandalias, y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme. Y saliendo, le seguía, pero no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una visión. Llama la atención que ni Dios ni el ángel hicieron lo que Pedro podía hacer por sí mismo; el apóstol tuvo que ponerse sus ropas, sus sandalias y seguir al ángel. Pedro no decía nada, solo obedecía, amén.
“Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él”, la iglesia estaba orando sin cesar a Dios, la iglesia estaba intercediendo fuertemente en oración por Pedro. Entonces vemos el poder de la oración; es poderosa porque le oramos a un Dios todopoderoso. Siga orando “sin cesar” a Dios por ese milagro, no se desanime, su milagro está a la puerta; hay poder en la oración.
Verso 10. Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y salidos, pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él. La puerta de hierro se abrió “por sí sola”, la puerta de hierro se abrió automáticamente por el poder de Dios.
Verso 11. Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba.
Verso 12. Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban orando.
“El milagro llegó a la puerta” versos 13-14. Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode, la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta. Dios contestó la oración “sin cesar” de la iglesia y el milagro llegó a la puerta. 
Dios asignó un ángel para traer el milagro a la puerta. Es curioso que el único obstáculo que encontró Pedro para ser sacado de la cárcel por el ángel, fue la puerta, ¿por qué la puerta? ¿Y por qué Rode no le abrió la puerta cuando el apóstol Pedro tocó, aunque después se la abrieron, y el apóstol les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel?
Los ángeles a veces son enviados por Dios para tareas especiales como en Daniel 10:12, y Lucas 1:11-13, solo por nombrar dos casos.
Conclusión:
Si usted está rogando en oración y súplica a Dios por un milagro financiero, por una sanidad, por la salvación de un familiar, de un hijo en drogas o un esposo rebelde, su milagro está a la puerta. Gloria a Dios.
Dios, yo te ruego en este momento en el nombre de Jesucristo, por esa hermana o ese hermano o esa mujer o ese hombre que hoy necesitan un milagro, que ellos lo reciban para honra y gloria tuya; amén, así sea.

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