miércoles, 10 de agosto de 2016

Hablando acertadamente

¡De lo que sabemos y creemos, de eso hablamos! Si conoces a un aficionado al fútbol, el tema principal de conversación con esa persona será el fútbol; si conoces a un filósofo, te hablará filosóficamente todo el tiempo, incluso si conoces a una persona vacía hablará de cosas banales, carentes de profundidad… 
Todos sabemos que la oración del justo es poderosa, pero al escuchar a algunas personas orar, nos damos cuenta que sus oraciones están más llenas de dudas y temores que de fe y esperanza.
Si no se conoce a Dios realmente, si no se tiene una confianza absoluta en Jesús y si no hay la certeza del poder obtenido en el Espíritu Santo, no habrá oraciones con una fe real; porque no se puede hablar de los asuntos espirituales si no estamos seguros de lo que estamos hablando.
Dios el Padre quiere que tengamos una fe inquebrantable, que la expresemos por medio de su Hijo Jesucristo y que vivamos una relación estrecha con el Espíritu Santo.

Para conocer a Dios debes invertir tiempo; así como inviertes tiempo en tus hobbis favoritos.
Para poder hablar de lo celestial con fe y con propiedad es necesario hacer una inmersión en ello. Si profundizas más en tu relación con Dios, tus oraciones serán poderosas para:
  • Orar con confianza, tal y como nos lo enseñó Jesús.
  • Orar con fe porque el Espíritu Santo te ha guiado en la oración correcta.
  • Orar en la Voluntad de Dios, porque al conocerla hay marcada una ruta de oración.
  • Orar con seguridad, porque sabes que Dios escucha tus oraciones.
  • Orar con la certeza de obtener la petición.
Invierte tiempo en leer la Palabra de Dios, en aprender versículos e interiorizarlos; si conoces de las cosas de Dios y las crees, de eso empezarás a hablar.
“Quiero conocerte más Señor, saber más de ti. Elimino de mi vida toda duda y temor. Declaro que hablaré con certeza de tus asuntos porque te he conocido; que en mi encuentro diario contigo avives mi corazón y mi fe, lo pido en el nombre de Jesús, amén”.
“Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido”. 1 Juan 5:15 (NVI)


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