El necio da rienda suelta a toda su ira… (Proverbios 29:11).
Mi enojo estaba rodeado de una serie de mentiras: "me merezco algo mejor", "con Dios no basta"; "a nadie le importa".
El caso es que cuando el enojo nos atrapa, caemos en la amargura, en la ofuscación, y nos estancamos. El único remedio es la verdad, y esta verdad es que Dios, en su misericordia, no nos da lo que merecemos: Tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan (SALMO 86:5). Él también es más que suficiente (2 CORINTIOS 12:9). Sin embargo, para descubrir estas verdades quizá sea necesario que nos detengamos, que dejemos la pala de nuestros esfuerzos personales y tomemos la mano llena de gracia y misericordiosa de Cristo. Dios es lo suficientemente grande como para escucharnos y, además, amoroso como para mostrarnos, en su momento, hacia donde ir.
Gracia: recibir lo que no merecemos. Misericordia: ... no recibir lo que merecemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario