Jesús y su palabra alumbraron mi caminar y me llevaron por la senda que lleva a la vida. Seguí aquella luz en el tiempo oscuro de mi vida hasta que, poco a poco, llegó el gozo a mi corazón.
“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones”
2 Pedro 1:19
Todo aquel que siga la luz de la palabra de Dios jamás se perderá, será salvo, recuperará su vida, e irá de Gloria en Gloria.
Miro hacia atrás y veo la mano de Dios hasta en el más mínimo detalle: en mi pareja, en mi familia, mi trabajo, mis sueños, y en los dones y talentos que depositó en mí.
Al lado de Jesús descubrí que solamente sembrando con lágrimas segaría una cosecha gloriosa. Si Jesús me salvó, no sería para tener una vida mediocre, sino para vivir de Gloria en Gloria.
Mucha gente se desanima porque la antesala de la gloria es enfrentar temores y morir a la carne. Pero el olor más grato para Dios es aquel en el que quemas tu carne. Y la mejor adoración que le puedes dar es la obediencia, lo que implica enfrentar todo lo que se interponga en la Gloria del Señor.
Hermano, vale la pena enfrentar tus temores, y quemar tu carnalidad.
Cuando entregamos lo mejor a Dios, Él nos dará lo mejor para nuestras vidas. No estás cansado de vivir a medias, esa comodidad ha puesto un velo en ti que no te permite ver el siguiente nivel de Gloria al que has sido llamado.
Hoy el Señor tu Dios ha despertado en ti su espíritu para la batalla. Dale un asalto más al Señor y pelea por esa Gloria que solamente está reservada para ti.
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