Conversando con personas, especialmente mujeres, que han sido violentadas psicológica o físicamente por sus parejas, siempre sienten que tienen una cierta responsabilidad en esas agresiones. Suelen "justificar" de algún modo o "minimizar" el comportamiento de sus parejas, y a partir de ahí crean un mundo y una clase de “amor” que las envuelve en excesivas explicaciones y excusas, que las alejan cada vez más del verdadero sentido de esta palabra.
Si pensamos que merecemos un amor que nos “soporte” y “tenga paciencia”, en vez de uno que nos acepte tal como somos y nos ayude a crecer, entonces cualquier clase de amor nos servirá y nos conformaremos con eso. Aceptaremos solo el amor que creemos merecer. Y por el contrario, si no creemos poder ser capaces de amar a otra persona, y aparece en nuestra vida alguien capaz de cuidarnos, respetarnos y estar dispuesto o dispuesta a crecer junto a nosotros, lo rechazamos creyendo que no somos merecedores de tal regalo. O sea, rechazamos el amor que creemos no merecer.
Algo similar puede ocurrirnos con Dios. Sabemos que Su amor es tan inmenso y sin fin que no se puede comparar, que es superabundante y perfecto… pero nosotros no lo somos, entonces ¿lo merecemos? La respuesta es que no. Verdaderamente no lo merecemos. Ahora bien, si nos quedamos apegados a esta idea, es obvio que no aceptaríamos este amor porque sentimos que no lo merecemos. Pero como Dios nos conoce muy bien, quiso romper nuestra lógica e hizo algo absolutamente ilógico, incluso absurdo a nuestros ojos. Lo que Él hizo fue enviar a Su hijo, quien no había cometido ninguna falta y quien no merecía morir por tus faltas y las mías, para que muriera y pusiera de cabeza nuestras concepciones sobre lo que merecemos o no. Él nos ha regalado lo que menos merecíamos: VIDA ETERNA, pero como sabía que éramos escépticos, dejó bien claro que lo hizo por amor, y si Él, que es el amor mismo hecho carne, hace algo así por ti y por mí, es porque Él pensó que lo merecíamos… Cada vez que aceptamos ese inmenso amor, le confirmamos a Jesús que tenía razón, que valió la pena Su sacrificio y que aceptamos Su amor… ¿Y tú, aceptas esa clase de amor para tu vida?
No hay comentarios:
Publicar un comentario