domingo, 12 de junio de 2016

Lo que creemos merecer

Parece, como señala la foto, que solemos aceptar el amor que creemos merecer. Esto puede ocurrir de manera totalmente consciente, pero también puede ocurrir de forma soterrada, sin casi percatarnos.
Conversando con personas, especialmente mujeres, que han sido violentadas psicológica o físicamente por sus parejas, siempre sienten que tienen una cierta responsabilidad en esas agresiones. Suelen "justificar" de algún modo o "minimizar" el comportamiento de sus parejas, y a partir de ahí crean un mundo y una clase de “amor” que las envuelve en excesivas explicaciones y excusas, que las alejan cada vez más del verdadero sentido de esta palabra. 
lo que creemos merecerCuando se encuentran, y contrastan este “amor” que recibían, con un amor puro, comprometido y saludable, consiguen ver que lo que ellas conocieron no es comparable ni mínimamente con la realidad. Si indagamos un poco más en las biografías personales de estas mujeres, podremos identificar en ellas elementos de baja autoestima, de poco sentido de la competencia y de la eficacia, timidez o con una gran carencia afectiva, que las hizo pensar que el amor que merecían era el que se tenían que “ganar”, y que debían “evitar hacer enojar a su pareja” para que todo estuviera bien. El amor no es así. Al menos no el verdadero amor.
Si pensamos que merecemos un amor que nos “soporte” y “tenga paciencia”, en vez de uno que nos acepte tal como somos y nos ayude a crecer, entonces cualquier clase de amor nos servirá y nos conformaremos con eso. Aceptaremos solo el amor que creemos merecer. Y por el contrario, si no creemos poder ser capaces de amar a otra persona, y aparece en nuestra vida alguien capaz de cuidarnos, respetarnos y estar dispuesto o dispuesta a crecer junto a nosotros, lo rechazamos creyendo que no somos merecedores de tal regalo. O sea, rechazamos el amor que creemos no merecer.
Algo similar puede ocurrirnos con Dios. Sabemos que Su amor es tan inmenso y sin fin que no se puede comparar, que es superabundante y perfecto… pero nosotros no lo somos, entonces ¿lo merecemos? La respuesta es que no. Verdaderamente no lo merecemos. Ahora bien, si nos quedamos apegados a esta idea, es obvio que no aceptaríamos este amor porque sentimos que no lo merecemos. Pero como Dios nos conoce muy bien, quiso romper nuestra lógica e hizo algo absolutamente ilógico, incluso absurdo a nuestros ojos. Lo que Él hizo fue enviar a Su hijo, quien no había cometido ninguna falta y quien no merecía morir por tus faltas y las mías, para que muriera y pusiera de cabeza nuestras concepciones sobre lo que merecemos o no. Él nos ha regalado lo que menos merecíamos: VIDA ETERNA, pero como sabía que éramos escépticos, dejó bien claro que lo hizo por amor, y si Él, que es el amor mismo hecho carne, hace algo así por ti y por mí, es porque Él pensó que lo merecíamos… Cada vez que aceptamos ese inmenso amor, le confirmamos a Jesús que tenía razón, que valió la pena Su sacrificio y que aceptamos Su amor… ¿Y tú, aceptas esa clase de amor para tu vida? 

Podemos creer en Dios, servirlo diariamente, orar todos los días, pero seguir sin aceptar su amor creyendo que no lo merecemos. Pero si Él pensó que lo merecíamos y murió por ello, ¿quiénes somos nosotros para contradecirlo?


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