martes, 7 de junio de 2016

Las enfermedades mentales

Vivimos en tiempos difíciles y duros en los cuales es muy difícil sobresalir, y hay muchas personas que han tenido pasados muy difíciles en su infancia por problemas de autoestima, y al crecer lo hacen con ciertos trastornos que van a su lado y nadie los nota.
Llama la atención que siempre quieren ser los números uno en todo; llaman la atención, y esto hace que tengan muchos seguidores que tienen el mismo problema, la admiración por ser personas que se creen importantes. Personas que quieren ser servidas por otros en vez de servir ellos a otros, lo cual es un signo de indicio del daño.
La iglesia actualmente, está siendo invadida por personas así; esa gente piensa que el estar lleno de títulos supone una oportunidad de decir: yo soy postgrado en teología, o licenciado, o bachiller, o profesor, y no bastando con esto se auto-proclaman dotados de superpoderes, les gusta llamar la atención con nombres de profetas, apóstoles, etc. 
Esto trae consigo un tipo de patología mental implícita que debemos estar muy pendientes para descubrirlas, porque estas personas necesitan ayuda psicológica, algo que a tiempo puede ayudarlas.
Un ejemplo de este caso fue un niño que se dirigió al líder, y cuando el niño le dijo pastor, pastor, el líder hecho un energúmeno le contestó: no me diga pastor, yo soy el apóstol, y no se dirija así, hable con alguien para que lo atienda.
Estas son las cosas que la megalomanía puede producir; debemos tener claro que el delirio de grandeza también puede deberse a un desorden mental y hacer creer a los demás que es normal.
La línea entre la normalidad y anormalidad desde el punto de vista de salud mental es muy fina, y cruzarla es muy fácil, pero estos desórdenes pueden ser detectados a tiempo.
Cuando alguien está bien ubicado en el lugar al que corresponde y habla desde ese lugar, entonces está en la realidad.
Contrariamente y por ejemplo, es como si una persona indigente se vistiera con un traje de lujo, y empezara a hablar y comportarse como un ejecutivo empresarial; y no solo eso, sino que él cree que es un empresario y ejecutivo. Encontrará personas que así lo crean.
Estamos en tiempos muy, pero que muy difíciles, y debemos estar atentos a cualquier indicio de daño mental que pueda afectar a las personas que se creen lo que no son.
Se entiende que una persona adquiera un puesto ante Dios. Sin embargo, Jesús declaró, y bien fuerte: “…Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos…” (Marcos 9:35 RVR1960).
Este concepto debe imperar en una persona sana mentalmente que no pierde su posición, que se ubica en su lugar de trabajo solo con el propósito de que no lo vean los hombres, sino Dios, el único Dios todopoderoso, por los siglos de los siglos, amén.
En las prácticas de los estudiantes de medicina, cuando deben ir a los hospitales psiquiátricos, el estudiante, al entrevistar a los pacientes al inicio de su charla con ellos, actúa como si fueran personas prácticamente normales y sanas mentalmente.
Pero cuando empiezan a hacer las preguntas pertinentes del caso, se cercioran de que dichas personas están en otra dimensión mentalmente, algunos con unos problemas y otros con otros. Entonces se puede ver que a veces es muy difícil saber quién está con un problema de desorden mental, si no hay una verdadera práctica en reconocer los síntomas.
Algunos creen que son supermán, otros Dios, otros creen ser el presidente de la nación, otros se ponen la bata del médico a quien se la piden prestada, y se creen que son médicos si se versaran en dicha área; entonces podrían pasar de dichos profesionales y encontrarían a muchos que les brindarían atención.
Debemos tener cuidado con este tipo de problemas que se están infiltrando en la iglesia en general, y así tener una pauta correcta de lo que Jesús dijo: “…Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos….”.

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