viernes, 17 de junio de 2016

Con mis manos

Con mis manos puedo demostrar belleza, puedo tocar. Con mis manos alzadas al cielo mis cargas se van, puedo señalar los defectos de otros, ayudar al necesitado, puedo tocar el corazón de Dios.
Las manos dicen mucho. Suavízalas. No expongas mucho las manos al cloro y otros detergentes fuertes. Sería bueno usar unos guantes. Unas manos limpias y unas uñas arregladas dan un mensaje.
Con mis manos puedo dar gloria a Dios como la mujer de Proverbios 31, una mujer que con voluntad trabaja con sus manos. Aplica sus manos al huso y a la rueca. Alarga su mano al pobre y extiende sus manos al menesteroso. Podemos imponerlas sobre otros para orar y tocarlos con el amor de Dios. Alzadas ante el trono de Dios, sin ira ni contienda, puedo suplicar Su Auxilio.
Dios nos dice: Pecadores, limpien las manos. Santiago 4: 8. Muchas veces usamos las manos para cosas indebidas, como castigos a los hijos no perfectamente justificados. Tomamos lo que no es nuestro, señalamos los defectos de otros, etc.
Uso mis manos y las pongo en alto, pues necesito ir a Dios con un corazón arrepentido implorando su perdón y ayuda, como lo hizo una mujer que tenía flujo de sangre. 
Mateo 9:20-22. Una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto, porque se decía a sí misma: Con sólo tocar su manto, seré salva.
Jesús, volviéndose y mirándola, dijo:
—Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora.
Levanta tus manos al cielo y cree que para Dios todo es posible. Usa tus manos para tocar a Jesús y a otros con el amor de Dios.
Dios te bendiga.

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