“De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo. Señor, oye mi voz; estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica.”
Salmos 130, 1-2
No escuches esa voz que te ataca y te acusa de ser de lo peor
No escuches las sentencias que llegan hasta tu corazón
No escuches sus amenazas ni el modo en que llama tu atención
No pretendas alimentarla con tus súplicas de ya no por favor
No es bueno que la tengas cerca
Aléjala sin razón
No te tortures pensando que Dios ya no te perdonará,
o que quizás ya te abandonó
porque ese es tu objetivo, que tú te sientas de lo peor; ya que creer ello es tan duro y desgarrador que es casi seguro que sientas un profundo vacío en tu corazón
Creer que Dios se ha ido de tu lado y que nunca más te amará, es como creer que el oxígeno
se ha ido y no queda ni un poquito para respirar
El dolor que sientes ahora y la angustia que no deja de susurrar,
trata de no hacerle caso y aunque falles sin piedad,
no te des por vencido(a) y sigue, no le des la paz
Entra a tu habitación y habla con Papá
Cierra la puerta con cerrojo y echa a tu corazón volar
En tu interior existe la imperiosa necesidad de hablar con Él
Y aunque no lo creas, Él espera por ti
Sea lo que desees pedirle, preguntarle, clamarle,
no te niegues la oportunidad de hacerlo
No te encierres en tus miedos, más bien demuéstralos
a tu Padre del cielo.
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