Yo dije: Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté delante de mí. Salmos 39:1.
Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Santiago 3:6
Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Santiago 3:6
Aunque la lengua es buena en el sentido natural, y necesaria en el cuerpo humano, es el origen de muchos males. Son incontables las desgracias que han ocurrido a causa de la lengua. Desde que la lengua del diablo arrastró a Eva a pecar en contra de Dios, y la lengua de ésta influyó en su esposo Adán, ha sido protagonista en el devenir de los hombres. El consejo bíblico enseña que es posible evitar que la lengua haga daño, y consiste en estar atentos a los caminos, o sea que el buen comportamiento es fundamental para ponerle freno. La lengua puede llegar a ser un mundo de maldad si no se la mantiene bajo control. Permita que su lengua sea el móvil para alabar al Señor, adorarlo y orar, y también para que delante de los impíos, como dice el salmista, sea utilizada para dar testimonio de una vida cambiada, y para hacer el bien.
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