sábado, 28 de mayo de 2016

La Lengua

la lenguaEn cierta ocasión entré a una biblioteca para conocerla, y grande fue mi asombro cuando descubrí la inmensa cantidad de libros que llenaban los estantes. Escudriñando por aquí y por allá, llamaron mi atención unos textos que hablaban de cosas interesantes que existen. Uno de ellos es que la lengua es un músculo, y no solo eso, sino que también es el más poderoso del cuerpo humano. Me documenté, además, en que la lengua es un órgano muscular movible, que además de experimentar la sensación del gusto, sirve para otras funciones como hablar, ayuda a masticar y a tragar los alimentos. De hecho, el ser humano vería muy limitada su existencia si no tuviera la lengua.
Yo dije: Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté delante de mí. Salmos 39:1. 
Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Santiago 3:6

Aunque la lengua es buena en el sentido natural, y necesaria en el cuerpo humano, es el origen de muchos males. Son incontables las desgracias que han ocurrido a causa de la lengua. Desde que la lengua del diablo arrastró a Eva a pecar en contra de Dios, y la lengua de ésta influyó en su esposo Adán, ha sido protagonista en el devenir de los hombres. El consejo bíblico enseña que es posible evitar que la lengua haga daño, y consiste en estar atentos a los caminos, o sea que el buen comportamiento es fundamental para ponerle freno. La lengua puede llegar a ser un mundo de maldad si no se la mantiene bajo control. Permita que su lengua sea el móvil para alabar al Señor, adorarlo y orar, y también para que delante de los impíos, como dice el salmista, sea utilizada para dar testimonio de una vida cambiada, y para hacer el bien.

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