lunes, 2 de mayo de 2016

El jefe de la estación

jefe de la estacionHace tiempo ocurrió el siguiente hecho: en Canadá, cuya capital es Ottawa, y Toronto es la ciudad más poblada, el tren expreso de la zona oeste de dicho país, se acercaba al pueblo de South River. Aunque no era su destino, debía detenerse para ceder el paso a una locomotora que a unos mil metros esperaba para entrar al desvío. La gran mayoría de los pasajeros dormía tranquilamente, adormecidos por el monótono traqueteo del tren, y los relojes marcaban aproximadamente las dos de la madrugada. El jefe de Estación había tomado todas las medidas de precaución, como señalar con luces todo el recinto, para que el tren se detuviera,... cuando de pronto, el hombre oyó al tren de pasajeros acercarse, y se dio cuenta que venía a mucha velocidad y sin la intención de parar. Angustiado, pensó que el conductor había sufrido un ataque o se había quedado dormido, y determinó llamar la atención del conductor. Para ello corrió por la vía y al acercarse la máquina lanzó su linterna sobre uno de los cristales, despertando sobresaltado el conductor, pero a tiempo de aplicar los frenos y evitar lo que habría sido una tragedia de enormes proporciones.
Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad. Marcos 13: 35-37.
El Jefe de la Estación intentó prevenir al maquinista y evitar así una tremenda tragedia. Las luces de nada sirvieron porque el conductor se había quedado dormido. Por un trecho largo todos los que estaban en la máquina se habían dormido, ajenos al peligro, y fue necesaria una acción violenta para que el conductor despertara.

Los hijos y las hijas de Dios Creador van de viaje a la tierra que fluye leche y miel, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde el asfalto de las calles es de oro. Les aguarda ser hombres nuevos, y nunca más sabrán de llanto ni dolor, (estas son algunas cosas con las que se van a encontrar en el cielo). Las palabras del Señor manejando el tiempo, indican que se debe velar las veinticuatro horas del día, o sea que de continuo el corazón debe estar en estrecha relación con Dios. La maldad está dando frutos por doquier, es tiempo entonces de velar porque se acerca el día en que sonará la trompeta final, y los que han permanecido fieles serán arrebatados para estar con el Señor para siempre.

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