“Así
nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos
de los otros”. Romanos 12:5
¿Qué
es y para qué es la Iglesia?
En el verso anterior podemos ver claramente lo que el Apóstol Pablo dice.
Pablo está comparando la congregación de los fieles con un cuerpo físico. Y añade que todos los miembros de un cuerpo físico forman un solo y mismo cuerpo, todos los miembros son importantes para él.
En el verso anterior podemos ver claramente lo que el Apóstol Pablo dice.
Pablo está comparando la congregación de los fieles con un cuerpo físico. Y añade que todos los miembros de un cuerpo físico forman un solo y mismo cuerpo, todos los miembros son importantes para él.
Pero cuando Pablo aplica
esta analogía a la congregación, no solo quiere decir que cada persona de ella pertenece al “cuerpo” de la congregación, que sí pertenece: lo
que él quiere decir, sobre todo, es que cada persona en la congregación
pertenece a todas las otras personas de la misma.“Miembros los unos de
los otros”.
De no
obrar los dones en la Asamblea de personas, el cuerpo individual no tiene valor alguno para pertenecer a
nadie más. Mas el cuerpo individual no es algo independiente de la práctica de los
dones dados por Dios, y además, nadie puede unirse a una constitución o a una
denominación sin más, sin aportar y... sin recibir. Hemos sido creados dentro
de un ser viviente que opera independientemente, pero
con mutua dependencia de toda la asamblea de discípulos. Si usted
está unido a una cosa, usted es miembro de un club en el que los miembros
algunas veces, le piden algunos deberes. Dios diseñó la Iglesia para trabajar y cada persona en la iglesia está diseñada
para funcionar dentro de esa congregación.
Si la Iglesia es para usted algo
aburrido, muy probablemente esa iglesia no está funcionando de la manera que
Dios espera que funcione.
Dos importantes factores
emergen a raíz de lo expresado por el Apóstol Pablo en Romanos 12:5.
Primero, la única razón por la que ese ”cuerpo” del que Pablo habla, existe
por encima de todo, es porque cada miembro del cuerpo tiene una directa
conexión con Yeshua (Jesús), y una conexión individual y solidaria al mismo
tiempo con cada seguidor de Jesús. Eso es lo que significa “estar en Cristo”.
Nosotros estamos en Cristo como partícipes de una relación que tiene vida con Él y debido a esta relación, estamos conectados los unos con los otros. Esta es la razón por la que la iglesia es en realidad, mucho más pequeña (en número) que la audiencia que se sienta en las banquetas cada domingo. La Iglesia real está conectada en vida a Jesús y demuestra esta conexión con un amor del uno para el otro.
Nosotros estamos en Cristo como partícipes de una relación que tiene vida con Él y debido a esta relación, estamos conectados los unos con los otros. Esta es la razón por la que la iglesia es en realidad, mucho más pequeña (en número) que la audiencia que se sienta en las banquetas cada domingo. La Iglesia real está conectada en vida a Jesús y demuestra esta conexión con un amor del uno para el otro.
En
la congregación no hay extraños ni extranjeros. La asamblea entera de
creyentes está virtualmente conectada a Él y a los otros. Esto es algo que se
pierde en las grandes iglesias, a menos que los miembros hagan profundos grupos
de relación.
En
segundo lugar, todos
aportan, con más o menos relevancia, a la congregación. No hay “profesionales”
cuando se trata de la relación con Cristo y con los otros. La jerarquía
profesional es un instrumento creado por los hombres para controlar el
“cuerpo”, y la única cabeza visible de la Iglesia es Jesús. El desafío más
grande para la versión actual de la Iglesia, es permitir que Jesús El
Señor sea el Señor de la Casa, lo cual significa, para todos, soltar los
controles, y esto a veces nos llena de terror porque puede parecer que algunos
no confiamos en Él. Vergüenza entonces, sea sobre nosotros.
Imaginemos
por el contrario, lo que la Iglesia sería si realmente, fuera el lugar donde
pudiéramos ejercer con libertad los dones dados por Dios para su gloria, y
fuésemos animados a usarlos y ponerlos en práctica para beneficio de
todos.
Imaginemos lo que ocurriría si estuviésemos rodeados por quienes
nos hacen crecer de verdad, y que todos operáramos plenamente en nuestra
productividad. Imaginemos cuán impresionante sería pertenecer a una comunidad
que es bendecida por todo lo que nosotros hiciésemos, recibiendo los unos y los
otros la misma bendición de vuelta. Esta es la Iglesia que Jesús tuvo en mente.
La gran
tragedia de ciertas congregaciones de la iglesia moderna, es no tener en cuenta
los dones dados a cada miembro. Esta herejía nos lleva a la aridez y sequía en
la Iglesia. Y por ello tenemos que pagar un precio. El precio es la falta de
eficacia de la iglesia.
La Iglesia
llega a ser inefectiva en su ministerio y en su testimonio, porque no revela
debidamente, los dones dados por Dios a la gente. Es entonces, cuando Dios no
puede implementarse en nosotros. Entonces, es tiempo de entrar en una nueva dimensión
eclesiástica que es en realidad, la antigua y original.
No hay extranjeros ni espectadores en la casa de Dios y esto es para todos.
No hay extranjeros ni espectadores en la casa de Dios y esto es para todos.
Si no
somos honrados y no amamos de la manera como Dios lo hizo, busquemos una
asamblea de creyentes donde podamos contribuir con lo que somos y al mismo
tiempo, ser influidos; ¡manos a la obra!
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