El contexto de ambas Escrituras se refiere claramente a cristianos, no a incrédulos. El Tribunal de Cristo no determina la salvación; esta fue determinada por el sacrificio de Cristo a nuestro favor (1 Juan 2:2), y nuestra fe en Él (Juan 3:16). Todos nuestros pecados están perdonados y nunca seremos condenados por ellos (Romanos 8:1). No debemos considerar el Tribunal de Cristo como el juicio de Dios a nuestros pecados, sino más bien como la recompensa de Dios por nuestras vidas. Sí, como dicen las Escrituras, tendremos que dar cuenta de nuestras vidas. De acuerdo, parte de esto seguramente será responder por los pecados que cometimos. Sin embargo, ése no va a ser el principal enfoque en el Tribunal de Cristo.
En el Tribunal de Cristo, los creyentes son recompensados en base a cuán fielmente sirvieron a Cristo (1 Corintios 9:24-27; 2 Timoteo 2:5). Las cosas por las que seremos juzgados serán; cómo obedecimos a la Gran Comisión (Mateo 28:18-20), cómo de victoriosos fuimos sobre el pecado (Romanos 6:1-4), si controlamos o no a nuestra lengua (Santiago 3:1-9), etc.
La Biblia habla de creyentes recibiendo coronas por diferentes cosas, basadas en cuán fielmente sirvieron a Cristo (1 Corintios 9:24-27; 2 Timoteo 2:5). Las diferentes coronas son descritas en 2 Timoteo 2:5; 2 Timoteo 4:8; Santiago 1:12; 1 Pedro 5:4 y Apocalipsis 2:10.
Santiago 1:12 es un buen resumen de cómo debemos pensar acerca del Tribunal de Cristo, “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.”
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