“Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro). El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme. Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.” Juan 1:40-45
El recuerdo bíblico de la mayoría de las personas es que, cuando Jesús comenzó su ministerio llamó a unos pescadores para que le siguieran. Ese recuerdo es que Jesús los encontró y les dijo “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres”. (Mateo 4:18-22, Marcos 1:16-20, Lucas 5:2)
El recuerdo bíblico de la mayoría de las personas es que, cuando Jesús comenzó su ministerio llamó a unos pescadores para que le siguieran. Ese recuerdo es que Jesús los encontró y les dijo “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres”. (Mateo 4:18-22, Marcos 1:16-20, Lucas 5:2)
El evangelio de Juan se aparta de esa tradición de los evangelios sinópticos. Según Juan, los primeros dos seguidores de Jesús vinieron a Él. Al ver Jesús que estos dos lo estaban siguiendo les dijo: “¿Qué buscáis?” (Juan 1:35-38) Los nombres de estos dos eran Andrés y Juan, quien llegó a ser el discípulo amado. Según Juan, el tercer seguidor de Jesús es Pedro, quien fue llevado a Él por su hermano Andrés. El cuarto seguidor de Jesús fue Felipe. Éste fue hallado por Jesús, quien al hallarlo le dijo: “Sígueme” (Juan 1:43). Es interesante hacer notar que Felipe era de la misma ciudad de Andrés y Pedro. Algunos estudiosos aportan argumentos para establecer que Felipe era un conocido de Andrés, Pedro y Juan. Esbozan algunos de estos estudiosos, que Andrés, Pedro y Juan llevaron a Jesús donde estaba Felipe y que es por eso que Jesús le dice a Felipe: “Sígueme”. El quinto seguidor de Jesús, según el evangelio de Juan, es Natanael. Natanael viene a donde está Jesús porque Felipe le dice: “Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas.”(Juan 1:45)
Algunos estudiosos bíblicos explican esta diferencia entre estas dos tradiciones sobre los primeros seguidores de Jesús, señalando que los sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) se refieren al llamamiento de los primeros apóstoles de Jesús; mientras que Juan se refiere al llamamiento de los primeros discípulos de Jesús. No es interesante este debate porque no es pertinente a lo que Dios ha puesto en nuestro corazón a compartir.
El evangelista Mateo presenta que las últimas palabras de Jesús a sus discípulos fueron: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos” (Mateo 28:18,19). Una de las historias del ministerio de Jesús es la del endemoniado gadareno (Lucas 8:26-39). Lucas dice que las personas le pedían a Jesús que se marchase de ellos, después de haber liberado a aquel hombre del espíritu inmundo que le poseía. Este hombre se acerca a Jesús rogando que le dejase estar con Él. Jesús no se lo permite y le despide diciéndole: “Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo.” (Lucas 8:39).
El evangelista Juan relata que en una ocasión, Jesús fue cerca de una ciudad samaritana, Sicar. (Juan 4:1-42) Allí tuvo un encuentro con una mujer en un pozo. Después de un interesante dialogo con ella, Jesús se le revela como el Mesías, el Cristo. La mujer regresa a la ciudad diciendo: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo?” Juan 4:29. Las personas salieron de la ciudad y vinieron al encuentro de Jesús. El relato finaliza de la siguiente manera: “Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. ….. Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.” Juan 4:39-42
El creyente en Cristo tiene la responsabilidad de compartir con otros el mensaje del evangelio. Hoy por hoy, la gran mayoría de los creyentes han dejado a un lado esa responsabilidad. El adversario del evangelio, Satanás, ha silenciado a muchos creyentes. Ya no sienten la pasión de hablarles a otros de Cristo.
¿Cuándo fue la última vez que tú le hablaste a otro de Jesucristo? Tal vez te dices a ti mismo "es que yo no sé que debo decirle a otra persona sobre Jesús". Pues dile que Jesús es tu Salvador, que un día tú sentías un vacío tan grande en tu vida que nada ni nadie podía llenarlo; entonces le pediste a Jesús que entrara a tu corazón, y Él llenó ese vacío. Dile que ese vacío era producto de que tú vivías una vida controlada por el pecado, y Jesús te liberó de todo pecado. Dile que conociste que Dios te amaba.
¡Es tu Señor!, dile que tu vida andaba de mal en peor porque tú hacías las cosas como tú querías, pero que ahora las haces como Jesús quiere que las hagas. Es tu amigo, que Él siempre está contigo. Te acepta tal como eres.
Es quien intercede delante del Padre por ti. Ya no tienes temor. Cuando tienes alguna dificultad hablas con Él, y Él presenta esa situación delante del Padre.
Dios quiere que tú tomes la responsabilidad de compartir el mensaje del evangelio con otros que no tienen a Jesús en sus vidas. Dios quiere personas que hagan un compromiso mayor en sus vidas. Quiere personas que se conviertan en pescadores de hombres para Jesús. Personas que estén dispuestas a trabajar en una persona presentándole a Jesucristo, hasta que le abra su corazón a Cristo y lo lleven a un templo. Dios quiere que éste sea un año en el que testifiques a otros de Jesucristo.
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