El que cree en el Hijo tiene vida eterna. Juan 3:36
Ellos le dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo. Hechos 16:31
Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Romanos 10:9
Ellos le dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo. Hechos 16:31
Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Romanos 10:9
¡Cuán claros y simples son los testimonios expresados por los versículos del encabezamiento! ¿Por qué tantas personas rechazan la autoridad de la Palabra de Dios, oponiendo vanos razonamientos y apoyándose en sus propios sentimientos? Dicen: Mis sentimientos no me llevan a creer, o: No soy lo suficientemente fiel, no amo bastante a Jesús, soy demasiado pecador. Nuestros sentimientos y razonamientos, por honorables o juiciosos que nos parezcan, nunca tendrán el valor de los testimonios de la Escritura. Con ellos nunca tendremos paz. “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna…” (1 Juan 5:13). Estas palabras deben disipar todo temor en el espíritu del creyente.
Creer en el Nombre del Hijo de Dios no es solo creer en la existencia de Dios, en la venida de Jesús a la tierra y en la perfección de su conducta. Es más que esto. Es, después de haber reconocido mi condición de pecador culpable ante Dios, creer en la grandeza del Hijo de Dios, en el valor del sacrificio expiatorio de Jesús, en su resurrección, su ascensión al cielo y su próximo retorno.
Es creer todo lo que la Biblia me enseña, y apropiarme esta declaración del apóstol Pablo: “El Hijo de Dios… me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).
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