miércoles, 30 de marzo de 2016

La perfecta dirección

“…Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne…” Gálatas 5:16 
Toda maquinaria inventada por el hombre está gobernada bajo la dirección de un eje, o timón; los grandes navíos son guiados por un pequeño timón, los coches, bicicletas, todos son guiados por algo.
Y ahora ¿qué está guiando tu vida? Si tus deseos te guían a las cualidades mencionadas en Gálatas 5:22-23, los frutos del espíritu, entonces puedes decir que el Espíritu Santo te está guiando. Pero si tus deseos están siendo guiados por tu carne, entonces puedes decir que es Satanás quien te guía.
Así como cualquier invento que hace su inventor, así Dios guía a los que son suyos, los que se dejan guiar por Él. Es aquí donde empieza todo, dejarse guiar por Dios, entregarse en sus manos para que Él te dirija. “Señor Jesús, yo traspaso toda mi vida a ti para que hagas con ella lo que Tú quieras.”
Entregarse en manos del Señor es lo más maravilloso. A veces pensamos que si entregamos nuestra vida a Él vamos a tener que dejar todo lo que estamos haciendo, o pensamos que Él nos va a quitar todo. Pero la verdad es que Él nos quitará solo todo estorbo que se interponga en nuestro camino, todo lo que Él vea que no es útil para nuestra vida lo quitará. Aquí es donde está el problema, porque no queremos abandonar las cosas pasadas todavía, las queremos tener guardadas para ver si las podemos usar más adelante, para luego darnos cuenta que estábamos totalmente perdidos.
Cuando te dejas guiar por el Espíritu Santo tu vida cambia, porque antes de hacer algo le pides dirección, y Él te contesta; a veces a lo que crees que es bueno Él te dice NO, y a lo que crees que no va servir Él te dice SÍ. Es así como opera, ¿por qué?
Porque Él no tiene la vista como la nuestra, ni tampoco sus pensamientos son como los nuestros. Nosotros somos como las ovejas cegatas, Dios no, y cada vez que le haces caso al Espíritu Santo algo va creciendo en ti y se va desarrollando un fruto del Espíritu en tu vida.
Cuando decidas darle todo a Jesús, experimentarás lo que es ser guiados por Él aunque no te guste. La obediencia trae consigo bendición. Y hacer su voluntad es un acto de obediencia a Él.

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