miércoles, 16 de marzo de 2016

Dando lo Mejor de Nosotros

Paul Claudel, diplomático y poeta francés, dijo: “la señal de que no amamos a alguien es que no le damos lo mejor que hay en nosotros”. El amor, más que con palabras, se alimenta de acciones, aunque no se puede negar que las palabras le dan sazón y complementan muy bien cualquier relación, no solo la de pareja.
Hay personas enamoradas que dicen que su pareja las hizo ser mejores personas. Es cierto, ya que cuando amamos a alguien sacamos lo mejor de nosotros, porque queremos agasajar y demostrarle a esa persona lo importante que es en nuestras vidas.
Nos arreglamos bien, nos perfumamos, nos engalanamos con lo mejor que tengamos y tratamos de ser de la mejor manera posible, porque deseemos que esa persona se sienta halagada y nos corresponda de igual forma.
Seguramente amamos mucho al Señor, sin embargo hay momentos en que nuestras actitudes y acciones demuestran lo contrario. A veces damos lo mejor de nosotros a los demás, pero a Dios no le dedicamos el tiempo que merece. Nos levantamos temprano porque debemos trabajar, estudiar o hacer deberes y tareas, y muchas veces nos olvidamos de sacar tiempo para orar y dar gracias a Dios por todas sus bendiciones; le comentamos nuestros planes y le pedimos sabiduría, permiso u orientación, cuando realmente ya hemos decidido tomar las riendas de nuestras vidas. Luego decimos: ¡Señor no me muestras tu voluntad! Pero ya hace rato que hemos decidido lo que vamos a hacer.
Sacamos tiempo de nuestra apretada agenda para muchas cosas, pero no solemos acercarnos a la casa de Dios a adorar e invocar su nombre. Llegamos tarde a nuestra cita con Él en la iglesia, pero a todos los demás lugares llegamos temprano.
Y solemos decir: ¡Señor, dame la forma que quieras porque Tú eres el Alfarero y yo soy el barro!” Pero cuando Dios permite que pasemos por los procesos que nos traerán la maduración necesaria, cuando quiere sanarnos y quebrantarnos, nos quejamos, nos enojamos y no se lo permitimos.
El llamado de que se trata, es una invitación a perfeccionarnos en amor. Si amas a Dios, dale todo lo mejor de ti. Si amas a tu esposo, esposa, novio, novia, amigos, hermanos, familiares, a quien sea, dale lo mejor de ti. Pero sobre todo, entrégate a Dios con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con todo tu ser, con todo lo que tienes y lo que eres. Eso es lo que hace la diferencia: la pasión, el amor, la entrega y la devoción que pones a las cosas.
Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Colosenses 3:17
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres. Colosenses 3:23

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