lunes, 21 de marzo de 2016

Bailemos Como Si Nadie Nos Observara

Nos convencemos a nosotros mismos que la vida será mejor cuando nos casemos, tengamos un bebé y luego, otro.  Entonces nos frustramos cuando los chicos no son lo suficientemente mayores, y nos decimos que estaremos más contentos cuando lo sean.
Después nos frustramos porque tenemos que tratar con adolescentes y estamos seguros de que seremos felices cuando salgan de esa etapa.
Nos decimos a nosotros mismos que la vida será completa cuando nuestro cónyuge tenga todo en orden, cuando tengamos un mejor automóvil, tengamos la oportunidad de disfrutar unas buenas vacaciones, o cuando nos jubilemos.
Pero la verdad es que no hay mejor tiempo para ser felices que hoy… ¿si no es ahora, cuándo? 

Nuestra vida siempre estará llena de desafíos. Es mejor que admitamos esto y decidamos ser felices de todas maneras.
Una gran cita es de Alfred D Souza. 

Él dijo: “Durante mucho tiempo me pareció que la vida estaba a punto de comenzar… la verdadera vida. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que tenía que resolverse primero, algún negocio no terminado, una deuda que pagar… entonces comenzaría la vida. Al fin me di cuenta de que esos obstáculos eran mi vida”.

 Esta perspectiva me ha ayudado a ver que no hay un camino que conduzca a la felicidad.
La felicidad es el mismo camino, así que atesoremos cada momento que tengamos.
Y atesorémoslo más si lo hemos compartido con alguien especial, lo suficientemente especial como para gastar nuestro tiempo… y recordemos que el tiempo no espera por nadie.
Así que dejemos de esperar a acabar el colegio, hasta que perdamos diez kilos, hasta que tengamos hijos, hasta que nuestros hijos dejen la casa, hasta que empecemos a trabajar, hasta que nos jubilemos, hasta que nos casemos, hasta que nos divorciemos, hasta el viernes por la noche o hasta el domingo por la mañana, hasta que tengamos un nuevo automóvil o vivienda, hasta los que paguemos, hasta la primavera, hasta el verano, hasta el otoño, hasta el invierno... hasta que muramos, hasta que nazcamos de nuevo, para decidir que no hay mejor tiempo que ahora mismo para ser felices.
La felicidad es un recorrido y no el destino.

 Así que trabajemos como si no necesitásemos dinero, amemos como si nunca hubiésemos sido lastimados y bailemos como si nadie nos observara. 
Esta reflexión nos anima a considerar no solo lo corto de la vida de este lado del cielo, sino también la capacidad que todos tenemos de decidir disfrutarla al máximo. Y para hacerlo, necesitaremos enfocarnos en cada día y sacarle provecho a cada instante de nuestra vida.
Posponer la búsqueda de la felicidad en función de algún evento o logro en particular, redundará en más frustración que otra cosa. Vamos, lancémonos a disfrutar la vida a tope, recordando que nunca podremos sacarle el máximo, dejando a un lado una relación con nuestro Salvador, el Señor Jesucristo, que nos permita una perspectiva no solo más amplia sino más abarcadora de la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario