¿Por qué el cristianismo es diferente a cualquier otra religión en el mundo? La respuesta se centra en Jesucristo, “el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16).
El Cristo significa “El Ungido”. Es el término nuevo de la antigua palabra hebrea Mesías, el ungido que Dios enviaría para salvar a Su pueblo. Los primeros creyentes de la iglesia cristiana reconocieron a Jesús como el Mesías prometido en el Antiguo Testamento. Su período vigente dentro de la historia mundial estuvo rodeado de desaliento y desesperación. Pero el Mesías prometido brilló como faro en las tinieblas, y su luz jamás se ha desvanecido: En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (Juan 1:4,9).
Hoy en día, mientras los líderes mundiales luchan contra insuperables problemas, la oscura y amenazante situación que viven realza la luz de Aquél que proclamó; “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).
Solamente Jesús, como Dios, puede ofrecer vida eterna porque es el único que vivió una vida sin pecado y quien proveyó un sacrificio perfecto para los nuestros a través de su muerte en la cruz. Él vivió en la tierra como hombre, pero fue divino al mismo tiempo. Y por su divinidad, se levantó de los muertos al tercer día. Él es el único que ha muerto y se ha levantado por sí mismo de la muerte, y luego ascendió al cielo. En cambio, los fundadores de diversas religiones no cristianas alrededor del mundo, han muerto y han sido enterrados, pero ¡Cristo está vivo!
Jesús fue el único en proclamar que era Dios y el único en probarlo. Con sus propias palabras: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).
La Biblia es la Palabra inspirada por Dios, y Dios no miente, por lo que no se contradice ni enseña falsedades. Y es en la misma Escritura donde Jesús nos es revelado.
El Cristo significa “El Ungido”. Es el término nuevo de la antigua palabra hebrea Mesías, el ungido que Dios enviaría para salvar a Su pueblo. Los primeros creyentes de la iglesia cristiana reconocieron a Jesús como el Mesías prometido en el Antiguo Testamento. Su período vigente dentro de la historia mundial estuvo rodeado de desaliento y desesperación. Pero el Mesías prometido brilló como faro en las tinieblas, y su luz jamás se ha desvanecido: En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (Juan 1:4,9).
Hoy en día, mientras los líderes mundiales luchan contra insuperables problemas, la oscura y amenazante situación que viven realza la luz de Aquél que proclamó; “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).
Solamente Jesús, como Dios, puede ofrecer vida eterna porque es el único que vivió una vida sin pecado y quien proveyó un sacrificio perfecto para los nuestros a través de su muerte en la cruz. Él vivió en la tierra como hombre, pero fue divino al mismo tiempo. Y por su divinidad, se levantó de los muertos al tercer día. Él es el único que ha muerto y se ha levantado por sí mismo de la muerte, y luego ascendió al cielo. En cambio, los fundadores de diversas religiones no cristianas alrededor del mundo, han muerto y han sido enterrados, pero ¡Cristo está vivo!
Jesús fue el único en proclamar que era Dios y el único en probarlo. Con sus propias palabras: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).
La Biblia es la Palabra inspirada por Dios, y Dios no miente, por lo que no se contradice ni enseña falsedades. Y es en la misma Escritura donde Jesús nos es revelado.
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