Voy envejeciendo y me doy cuenta de lo importante que es el tiempo. Me doy cuenta que hoy vivo la realidad del momento. Hoy sé lo que es posible en mi vida. Hoy puedo ser y hacer lo que quiero. ¿Pero valdrá la pena?, ¿valdrá la pena el tiempo que invierta? ¿Puedo estar feliz por cómo vivo hoy? ¿Me estoy preparando para mis futuras mañanas?, ¿me estoy preparando para mi eternidad?
Hoy, cuando desperté, me dí cuenta de que este es uno de los mejores días de mi vida. Sin embargo, hubo tiempos en los que me pregunté si subsistiría a través del día… pero lo logré. Y porque lo hice, ahora lo voy a celebrar. Hoy voy a celebrar la vida increíble que he tenido hasta ahora; los logros, las muchas bendiciones y sí, también las dificultades ya que me han hecho más fuerte. Pasaré el día con la cabeza en alto. Tendré un corazón feliz. Me maravillaré con los dones sencillos de Dios: el rocío de la mañana, el sol, las nubes, los árboles y las aves. Hoy veré todas estas maravillosas creaciones en su plenitud.
Hoy compartiré mi entusiasmo por la vida con otros. Haré sonreír, no, mejor aún, haré reír a alguien. Andaré una milla extra para realizar una acción bondadosa a alguien que no conozco. Hoy le daré un cumplido sincero a alguien que se vea desanimado. Le diré a un niño cuán especial es. Le diré a alguien que amo cuánto significa para mí. Hoy dejaré de preocuparme sobre lo que no tengo y daré gracias por las muchas bendiciones que son mías. Recordaré que preocuparme es una pérdida de tiempo, porque mi fe en Dios y Su plan divino garantizan que todo estará bien.
Y esta noche, antes de irme a la cama, saldré afuera y levantaré mis ojos al cielo. Me quedaré maravillado ante la belleza de las estrellas y la luna, y alabaré a Dios por estos magníficos tesoros. Al finalizar el día y reposar mi cabeza en la almohada, agradeceré al Todopoderoso Creador por el mejor día de mi vida. Dormiré el sueño del niño contento; entusiasmado con expectativas porque sé que mañana pudiera ser..., sí, mi mejor día…
Sin duda, este pensamiento acierta al afirmar que nuestro mejor día es ¡precisamente hoy! Aunque ayer pudiéramos haber experimentado muchas bendiciones, éstas ya son historia y no podrán alimentar nuestras vidas más de lo que el maná de aquel día pudo alimentar al pueblo de Israel en el desierto, camino a Canaán. La Biblia afirma que las misericordias de Dios son nuevas cada mañana, por lo que podemos estar convencidos de que cada día trae maravillosas bendiciones de parte de un Dios creativo y generoso. Por esta razón no tenemos por qué añorar un tiempo que pasó, cuando caminamos al lado del Salvador.
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