miércoles, 3 de febrero de 2016

El entrenador y el entrenamiento

Imagina que tu equipo ha conquistado el primer puesto de la tabla de clasificación de la primera división de tu país y, aunque todavía haya un partido que disputar, ya está claro que nadie lo puede adelantar porque tienen muchos más puntos que los demás. ¡Ya son campeones! Es igual cuando perteneces al equipo de Cristo: Él ya ha ganado todo, Él es el vencedor del pecado, de la muerte y del diablo, y es el rey de la vida. 
Tú no puedes contribuir con nada para ganarte el cielo, pues Cristo ya hizo todo lo necesario. Solo puedes aceptar humildemente, este gran regalo del amor divino.
Sin embargo, ¿qué suele hacer un equipo que se encuentra en la situación arriba descrita? ¿Piensan: “Ya somos campeones, por lo que da igual si perdemos estrepitosamente el último partido. Ya no nos esforzaremos, es muy posible que no." 
Aunque nosotros consideramos como lo más natural del mundo que se esfuercen y luchen hasta el fin, para demostrar que son dignos de ser campeones, como de igual manera, es evidente que como cristianos, queremos vivir una vida que agrade a Dios. “Porque los que hemos muerto al pecado, cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:2).
Estas son unas pautas que te ayudarán a ser vencedor:
 ¡No estás solo!
Lo más elemental es que establezcas y mantengas una buena relación con el entrenador. Un buen entrenador conoce las tácticas del adversario y tiene una táctica para ganar. Nos enseña a ser hábiles con el balón, resistentes físicamente, precisión en los tiros y cómo marcar goles. Siempre anima a su equipo, y si es necesario lo hace severamente. Todo es necesario para jugar bien y ganar.
Espiritualmente, Jesucristo es el mejor entrenador, sabe la mejor táctica para vivir y nos la enseña a través de su Palabra. Por eso mismo es básico que leas frecuentemente la Biblia y obedezcas a lo que has entendido. Además, habla siempre y de todo con Cristo, pues Él entiende tus problemas y tus defectos, y también conoce tus puntos fuertes y valora e incentiva tus talentos. Es el mejor entrenador de la vida, ¡confía completamente en Él!
 Muestra entrega


El fútbol es un deporte de equipo, uno solo no puede ganar, y es necesario que todos los jugadores participen comprometidos con el entrenamiento. También en la vida cristiana necesitas compañeros para luchar hombro con hombro. Por eso es importante que te reúnas con otros creyentes y participes con compromiso, en una iglesia donde amen, enseñen y practiquen la Palabra de Dios.
Nutrición

Otro tema muy importante es la nutrición equilibrada. Ningún deportista profesional se alimentaría básicamente de hamburguesas, patatas fritas y chucherías porque se pondría gordito, lento e inútil. Para mantenerte espiritualmente en forma, tu comida principal debe ser la Palabra de Dios. Cierto que se puede consumir también otras cosas, pero si comes demasiada comida basura (junk food), o sea, si alimentas tu alma fundamentalmente con el entretenimiento de la televisión, revistas, DVD, radio… no tendrás suficientes fuerzas para vencer al pecado.
Para los deportistas las sustancias dopantes están prohibidas. Consumirlas lleva a obtener mejores resultados pero no tienen validez. Asimismo, en el “mercado” espiritual hay muchas ofertas para doparse, a saber todas las que quieren hacerte creer que para ser salvo necesitas algo más que Cristo, y las que quieren añadir algo a la Palabra de Dios. ¡Cuidado!, no te mezcles con estos tunantes.
En la historia del deporte hay testimonios tristes de deportistas de la élite mundial, que cayeron en drogadicción y perdieron su forma, su éxito e incluso su vida. Las drogas espirituales son, por ejemplo, la pornografía o el ocultismo. Por un momento te dan un empuje emocional, pero luego te toman preso y poco a poco te destruyen.
Fija tus ojos en Cristo

Sin embargo, motivo tienes para animarte. El vencedor está a nuestro lado. “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31). “Por tanto… despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:1-2). ¡Quédate siempre cerca del Señor y de su Palabra, ya que con Él serás vencedor y podrás celebrar la victoria!

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