miércoles, 3 de febrero de 2016

Camina Conmigo

“Cómo empezamos no determina a dónde llegamos”
Nos encontramos, fueron dos miradas las que se cruzaron, dos mentes que empezaron a volar y a crear fantasías; así fue como nació el deseo de estar juntos. Y decidimos iniciar una vida juntos. 
Fuimos dos los que nos enamoramos. Un primer beso en el que se unieron los labios de dos personas y un abrazo que fundió a dos cuerpos en uno.
Uno propuso y el otro aceptó: somos pareja. Ahora ya no caminamos distanciados; nuestras manos se entrelazan mientras recorremos trayectos como si estuviésemos separados del suelo.
El tiempo de cada uno se dispone para crear un espacio de dos. En ocasiones yo dispongo y tú aceptas; otras veces yo me dejo llevar.
Me gustan las artes, y te enseño a apreciarlas. Te acompaño en tus deportes y te animo cuando entrenas.
Escucho de tu trabajo, de tu mundo laboral, y me doy cuenta que aún sin haberla visto, llego a sentir que conozco tu oficina; imagino el escritorio y a tu compañero más cercano. Tú me das ideas para mi nuevo proyecto, aportas nuevos caminos, otros proyectos, y te arriesgas a llevarme donde yo aún me resisto a llegar por mi necesidad de control. Entonces compartimos mi capacidad de organizar y estructurar, con tu visión e ímpetu para ver nuevas oportunidades y arriesgarse a tomarlas.
Mi familia pregunta por ti y tu familia me quiere conocer. Finalmente, lo sorteamos; navidad con unos, año nuevo con otros, cumpleaños compartidos, pero siempre con escapadas de  dos. La exclusividad no es negociable.
Están tus amigos, yo traigo los míos y vienen los nuevos, los que vamos conociendo en nuestro camino. Nos aseguramos de que nunca nos falten momentos para crear recuerdos con las personas que nos ven crecer como pareja y que aportan dosis de felicidad a lo que vivimos.
Llegaron algunos conflictos. Dos pensamientos que se oponen, dos voluntades que luchan por la primacía. Prevalece la democracia; los dos ganamos y los dos perdemos; negociamos y llegamos a un punto intermedio. A veces yo he cedido; otras veces tú evitas, para que cuando el conflicto lo permita no pase de un simple malentendido.
¿En qué termina la historia? …
Posibilidad # 1
Se nos olvidó que éramos dos y tratamos de ser uno solo, por lo que uno decidió anularse para que prevaleciera el pensamiento del otro, aunque en ocasiones no compartimos lo que sentimos.
Se perdió la posibilidad de elegir, de tomar decisiones. Ahora solo uno cree que debe tomarlas, asumiendo también sobre sus espaldas, un peso muy considerable.
Perdí la posibilidad de controlar mis tiempos, de practicar mis intereses; ahora debo contar con la aprobación de otro que me permita ser o hacer.
Debo dar explicaciones en lugar de expresar mi postura.
Las familias entraron en disputas y quedamos en medio. Tuve que aceptar lo que no me gusta, porque hay peligro de que se pierda el contacto con una de las familias… Mi mamá y mi suegro tienen la voz y voto en los conflictos.
Dejé de ser parte de tu grupo de amigos y perdí mi grupo de amigas. Ahora los temas de compartir se dividieron y se limitaron.
Y el enojo hizo que dejáramos de besarnos y de abrazarnos. Aunque aparentamos ser uno, en realidad somos dos personas muy distantes. Estamos más cerca del enojo y del resentimiento, nos separan los silencios.
Finalmente, llegamos a un punto en el que cuando nuestras miradas se cruzan, nuestros deseos se distancian.
Posibilidad # 2
Aunque somos pareja y prima en nosotros, la relación basada en el respeto por los intereses comunes, no perdemos de vista la individualidad. Siento como persona, y no me pierdo ni en mi pareja ni en mi relación.
Decidimos tener lo suyo y lo mío, trabajando en construir y compartir lo de los dos.
Propiciamos las decisiones en conjunto, pero tomamos en consideración la opinión del otro antes de manifestar una postura.
Hay lugar para los desacuerdos porque de éstos se logra sacar experiencia; nos permiten conocernos más y validar la posición del otro aunque no se comparta.
Nos seguimos encontrando con la mirada.... Tus ojos reflejan que en ti puedo ver manifestado lo mejor de mí; pero verdaderamente, sé que lo mejor está en mí.
Mi familia es más extensa; son dos familias en una, pero siguen siendo una parte de nuestra vida en común.
Los acuerdos y desacuerdos se mantienen bajo un código de confidencialidad. Cuando necesitamos ayuda, buscamos a una persona ajena a los dos, a la que preferiblemente tengamos que pagarle honorarios profesionales, y por qué no, asegurar la confidencialidad.
Beso de buenos días antes de irnos a nuestras actividades, más besos por mensajes de texto y en skype; beso cuando nos encontramos después de un día de trabajo, y por supuesto, antes de acostarnos… Los besos y los abrazos son dosis diarias de afecto que alimentan la relación y mantienen la temperatura del deseo.
Tener pareja, estar casados me ha mejorado como ser humano. Ahora me veo con otra persona y comprendo que cuidándome y haciéndome responsable, estoy asegurando que mi pareja también salga beneficiada.
Abogo por una relación de dos sin sacrificios y renuncias imperdonables. Anhelo un futuro con una pareja, futuro que me siga resultando atractivo, interesante; que a la vez, me genere el impulso de propiciar este mismo sentimiento en él; y que yo le sea atractiva intelectualmente.
Renuncio a los estereotipos sociales que me tratan de colocar en una posición de desventaja y que lo obligan a él, a ser siempre el fuerte y tener que estar rescatándome…
Elegimos la ruta de "Caminar Juntos"; nuestro equipaje: amor, humor, escucha, empatía, cuidado mutuo... 
Yo y Él….  El destino … por definir.

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