lunes, 18 de enero de 2016

¿Una Iglesia sin creyentes?

Revisando cierta literatura, encontré una composición que llamó mi atención, y decidí compartirla por hallarla de interés. Ésta dice así:
“¿Puedo ser cristiano sin unirme a una iglesia?”, “Sí, es posible, pero sería como ser un estudiante que no asiste a la escuela, o un soldado que no se une a su ejército; también como un ciudadano que no vota ni paga impuestos, o un comerciante que no tiene clientes, o un explorador sin un campamento, un marinero en un barco sin tripulación.... ¿Quieres ser un cristiano así?”.
Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas
obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre,
sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. 
¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en
armonía! Hebreos 10: 24,25; Salmos 133: 1
La Biblia habla de la importancia de reunirse. Los hijos y las hijas de Dios Creador son una fraternidad o comunidad de creyentes, y existe, en cada uno, la necesidad de estar junto a otros creyentes, de estar juntos oyendo el sermón del domingo, o compartiendo las alabanzas del culto, disfrutando de la presencia del Espíritu Santo ministrando a todos. Es posible no asistir a los servicios o a las reuniones del templo, es verdad, pero no es lo conveniente, “todo me es lícito pero no todo edifica”, 1ª Corintios 10.23, dice la Sagrada Escritura. Y no es posible pretender reemplazar el contenido de un servicio, muchas veces fervoroso, por el sermón desde una emisora de radio, o por un programa evangélico de la televisión. Es irreemplazable la comunión unos con otros, en armonía, todos a una voz delante de Aquél que merece toda la reverencia y adoración comunitaria.

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