¿Cómo se logra esto?
Primero, tienes que admitir que, como todos, eres un pecador. Ser pecadores significa que somos imperfectos y hacemos lo incorrecto; nos quedamos cortos al intentar alcanzar su perfección. También significa que estamos separados de Él y merecemos su juicio.
¡Pero Él nos ama! Dios envió a su propio hijo, Jesucristo, para morir por nuestros pecados, y Él murió por tus pecados. Fue castigado para que tú no tengas que ser castigado. No solo eso, sino que la muerte no lo derrotó a Él. Después de tres días, Jesús resucitó de entre los muertos, ¡nuevamente vivo!
Confiar en el sacrificio de Jesús es la única forma de encontrar el perdón de Dios y de comenzar una relación con Él. Para tomar este paso, simplemente habla con Dios, se llama orar, y dile que crees en su Hijo.
“Querido Señor Jesús,
Sé que soy un pecador. Te pido perdón y me aparto del pecado. Creo que moriste por mis pecados y resucitaste para darme una nueva vida. Te entrego el control de mi vida. Confío en ti como mi Señor y Salvador por el resto de mi vida.
En tu nombre, amén.”
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