domingo, 17 de enero de 2016

Que tu decisión sea predicar


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“Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique? ¿Y quién predicará sin ser enviado?” Romanos 10:14 (NVI)
Hay hechos que desencadenan otros hechos, como la caída de una pieza de dominó en una estructura de dominós. La que se cae empuja a la que tiene al lado, ésta a la siguiente y así sucesivamente hasta que todas terminan caídas. Una sucesión de hechos concatenados. Algo similar ocurre con las explosiones.
Misiones - Predica el evangelio cruzEsta ley natural también se aplica a los hechos de la vida espiritual. Y Pablo es un especialista en explicar esto. La simpleza de la lógica del apóstol es admirable. Y explica con absoluta perfección, cómo se suceden los hechos concatenados en el Reino de Dios. En su mente, Dios tiene un plan perfecto de acción. Lamentablemente, a veces nos desviamos de ese plan. Unas de forma voluntaria, otras de forma involuntaria.
Es indudable, para todos los cristianos, nuestra responsabilidad de predicar el evangelio, y es conocida por todos la gran comisión que Cristo dejara antes de subir al cielo. Posiblemente sea la orden mejor conocida de Cristo en la tierra, y tal vez sea la que genera más indiferencia de todas.
Hoy somos especialistas en organizar eventos, en poner el mejor sonido, en tener grandes programas, las mejores bandas, los predicadores de moda, el lugar más cómodo, pero fallamos en la base. Dios no nos llamó a organizar eventos. Nos llamó a predicar el evangelio.
Y Pablo lo resume de esta forma tan simple: ¿Cómo puede alguien creer lo que nunca oyó? ¿Y cómo puede oír si nadie le predicó? Ahora ponle nombres a estas dos preguntas. ¿Cómo puede tu hermana, tu papá, tu compañero de trabajo, tu vecino creer en el evangelio si nunca lo escuchó?, ¿y cómo va a escucharlo si tú nunca les predicaste?
Tan sencillo y tan serio como esto. No hay eventos de éxito que puedan sustituir esta falta. Si tú no predicas, nadie va a hacerlo por ti. Dios te envía y Él desea que te despiertes y comiences a hablar de Jesucristo. No hace falta ser un erudito o un teólogo. Solo hace falta tener pasión, y hacer darse cuenta del increíble regalo que Dios nos dio al salvarnos. Hechos concatenados. Si hablas, tu gente te va a escuchar.

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