Cierto buscador de tesoros llegó un día a una cámara egipcia, después de mucho tiempo de búsqueda.
El hombre, sin saberlo, se aproximó ansioso, y tomó el pesado cofre en sus manos. Al hacerlo, el mecanismo se activó mientras caminaba hacia la puerta por la que había entrado, y veía como ésta lentamente, se cerraba antes sus ojos.
El peso del cofre lo hacía andar muy lento, por lo que era imposible que lograra salir antes de que la puerta se cerrara. Tenía que decidir entre tener el cofre y salvar su vida.
Muchas personas se encuentran actualmente en esta situación, pero lo peor de todo es que no saben que ese cofre les puede hacer perder la vida. Jesús nos da el tesoro más preciado que podamos tener; decidámonos por Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario