Cada persona escoge seguir su propio camino, pero, ¿a dónde lo conduce?, ¿cómo puede saber a dónde va realmente? La Biblia nos advierte: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12). Solo hay un camino que conduce a la vida, la vida eterna: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).
El apóstol Pedro declaró: “En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Y el apóstol Pablo escribió: “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos” (1 Timoteo 2:5-6).
Cualquier otra enseñanza que pretenda conducir a Dios extravía a los que la aceptan. Incluso el hacer buenas obras no es el camino de la salvación. De acuerdo, quizá tengamos la consideración de nuestros semejantes, pero nunca la paz con Dios. Observar prácticas religiosas, recitar oraciones, hacer bien al prójimo, por muy estimables que sean estas acciones, ninguna de ellas salvará a aquel que no cree en Jesús.
Hijos de creyentes, ustedes tampoco serán salvos debido a la fe de los que más los aman. Serán tanto más responsables si, habiendo oído la verdad, no la han recibido. “Ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; pero estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida” (Mateo 7:13-14).
Cualquier otra enseñanza que pretenda conducir a Dios extravía a los que la aceptan. Incluso el hacer buenas obras no es el camino de la salvación. De acuerdo, quizá tengamos la consideración de nuestros semejantes, pero nunca la paz con Dios. Observar prácticas religiosas, recitar oraciones, hacer bien al prójimo, por muy estimables que sean estas acciones, ninguna de ellas salvará a aquel que no cree en Jesús.
Hijos de creyentes, ustedes tampoco serán salvos debido a la fe de los que más los aman. Serán tanto más responsables si, habiendo oído la verdad, no la han recibido. “Ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; pero estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida” (Mateo 7:13-14).
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