domingo, 29 de marzo de 2015

Exploradores

Una vez, un grupo de tres hombres se perdió en la montaña, y tenían solo una fruta para alimentar a los tres, quienes casi desfallecían de hambre. Se les apareció entonces Dios, y les dijo que probaría su sabiduría y que dependiendo de lo que demostraran les salvaría.
Les preguntó qué podían pedirle para arreglar aquel problema y que todos se alimentaran.
El primero dijo: “Pues que aparezca más comida.” Dios contestó que era una respuesta sin sabiduría, pues no se debe pedir a Dios que aparezca mágicamente la solución a los problemas, sino trabajar con lo que se tiene y para lo que se quiere.
Entonces dijo el segundo: “Pues haz que la fruta sea más grande para que sea suficiente.” A lo que Dios contestó que no, que la solución no es pedir siempre la multiplicación de lo que se tiene para arreglar el problema, pues el ser humano nunca queda satisfecho y por ende, nunca sería suficiente.
El tercero dijo entonces: “Mi buen Dios, aunque tenemos hambre y somos orgullosos, haznos pequeños a nosotros para que la fruta nos alcance.” Dios dijo: “Has contestado bien, pues cuando el hombre se hace humilde y se empequeñece delante de mis ojos, verá la prosperidad.”
Se nos enseña siempre a que otros arreglen los problemas o a buscar la salida fácil, siempre pidiendo a Dios que arregle todo sin que nosotros cambiemos o sacrifiquemos nada. Por eso, muchas veces parece que Dios no nos escucha, pues pedimos sin dejar nada de lado y siempre queriendo ganar. Somos egoístas y siempre queremos todo para nosotros.
Seremos felices el día que aprendamos que la forma de pedir a Dios es reconocernos débiles, y ser humildes dejando de lado nuestro orgullo. Y veremos, al empequeñecernos y ser mansos de corazón, la prosperidad de Dios y la forma como Él sí escucha.
Pídele a Dios que te haga pequeño…Haz la prueba.

Colosenses 3:12
Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de tolerancia;
1 Pedro 5:5
Revestíos de humildad; porque Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.
Proverbios 22:4
Riquezas, y honra, y vida, Son la remuneración de la humildad y del temor de Dios.
Proverbios 29:23
La soberbia del hombre le abate; Pero al humilde de espíritu sustenta la honra.

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