miércoles, 23 de diciembre de 2015

Pasos de Bebé

El éxito no comienza hasta que iniciamos la caminata del camino hacia nuestras metas, y nuestro caminar siempre comienza con pasos de bebé.
¿Por qué los llamamos pasos de bebé? ¿Serán realmente algo más que nuestros primeros pasos en el camino de la vida?
Los pasos de bebé, como un acto de fe, son los primeros pasos que damos en ella. Vemos a otros avanzando y reclamamos nuestra habilidad de caminar al seguirlos. Al crecer, seguimos nuestro desarrollo al tomar pasos de bebé adicionales. A veces caemos y otras fracasamos. De allí en adelante, todos los pasos se convierten en actos de fe; simplemente, nos vamos haciendo más duchos.
Si nos decimos a nosotros mismos: “No quiero verme como un tonto” o “más vale que sea bueno en esto”, dudamos, y probablemente nunca tomaremos los pasos de bebé hacia nuestras metas y acabaremos ahogándonos en nuestra propia misericordia.
¡Claro!, como cultura solo nos enfocamos en los resultados. Sopesamos cada riesgo que deberemos tomar para alcanzar nuestras recompensas. Y son pocos los que son rendidores consumados en alguna tarea la primera vez que lo intentan. Los hay que fracasan y otros triunfan. Estos últimos, se basan en sus habilidades para cada ocasión. Practican sus habilidades y usan sus talentos a través de pasos de bebé, antes de estar listos para mostrárselos al mundo.
Así que, aprendamos a tomar esos pasos de bebé para alcanzar las metas que tenemos por delante. Sepamos que podemos apoyarnos en Dios para que nos muestre el camino. Entre más duchos nos pongamos, nuestros pasos de bebé se convertirán en caminata, luego en trote, y finalmente en carrera. Así es como nuestros pasos de bebé nos guían a través de la maratón de la vida.
El pensamiento sitúa nuestro avance en la vida bajo una perspectiva de intentos y logros pequeños.
Cada vez que nos atrevemos a dar pasitos pequeños en pos de aquello que anhelamos obtener, estamos dando pasos de fe que habrán de resultar en un primer momento, en pequeños reveses o triunfos, pero que nos irán mostrando qué hacer o qué no.
El problema siempre consistirá en dar ese primer paso… vencer la inercia de la parálisis. Siempre tendremos a Dios para guiarnos y para corregirnos cuando sea necesario. Así que, adelante, den esos primeros pasos y que el Señor les bendiga.
 

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