lunes, 14 de diciembre de 2015

El regalo perfecto

Dad al Señor la honra debida a su nombre; traed ofrendas, y venid a sus atrios (Salmo 96:8).
Inline image 1Todos los años, el jardín botánico de mi localidad realiza una exposición sobre la Navidad en el mundo. Lo que más me gusta del belén que organiza es una escena francesa. En lugar del cuadro tradicional con pastores y magos con regalos de oro, incienso y mirra, hay aldeanos franceses que le llevan de regalo a Jesús, lo que Dios les dio a ellos: la capacidad de producir pan, vino, queso, flores y otras cosas. Esto recuerda el mandato del Antiguo Testamento de entregarle al Señor las primicias de nuestro trabajo (Éxodo 23:16-19). Esta escena navideña ilustra que todo lo que tenemos proviene del Señor, así que lo que tenemos que hacer es darle de aquello que recibimos de su mano.
Cuando Pablo instruyó a los romanos a presentar sus cuerpos en sacrificio vivo, estaba diciéndoles que devolvieran a Dios de lo que Él les había dado: la vida entera (Romanos 12:1). Esto incluye las dádivas divinas, además del trabajo con que se ganaban la vida. Sabemos que el Señor concede habilidades especiales: David era un músico talentoso (1 Samuel 16:18); Bezaleel y Aholiab tenían habilidad para tareas artísticas (Éxodo 35:30-35); y algunos son dotados para la escritura, la enseñanza, la jardinería y otras actividades.
Devolverle a Dios lo que Él nos dio primero, es el regalo perfecto: todo nuestro ser.
¿Qué puedes ofrecerle a Jesús?

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