¨Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la prudencia, si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor de Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios.¨Proverbios 2:1-5 (Reina Valera 1960).
¿Cómo se relacionan estas tres?
Según el diccionario de la Real Academia Española, la sabiduría es tener un conocimiento profundo, adquirido a través del estudio o de la experiencia.
La inteligencia la define como conocer, analizar, comprender y tener la capacidad para resolver problemas.
La prudencia es la cualidad que consiste en actuar con reflexión y precaución para evitar posibles daños.
La inteligencia la define como conocer, analizar, comprender y tener la capacidad para resolver problemas.
La prudencia es la cualidad que consiste en actuar con reflexión y precaución para evitar posibles daños.
Uno de nuestros anhelos es ser como Dios quiere que seamos, y Él quiere que seamos sabios, conocer profundamente Su verdad y todo lo concerniente a ella, la cual también la obtenemos a través de nuestras experiencias personales con Dios. Solo a estas cosas debemos estar atentos, con lo que además, estaríamos poniendo en práctica nuestra inteligencia, y esta nos conducirá a ser prudentes. Y se confirma en la Biblia ¨La discreción te guardará y te preservará la inteligencia¨. Proverbios 2:11 (Reina-Valera 1960).
Con esto vemos que estas características debemos ponerlas en práctica simultáneamente en nuestras vidas. No podemos ser sabios, si creemos que esa sabiduría o la inteligencia que tenemos, nos permite ser imprudentes frente a alguna situación. Estamos equivocados si creemos que ésas nos hacen superiores a alguien, porque si sabemos o conocemos algo es porque Dios así lo ha querido, porque lo hemos buscado y aún más, hemos estados atentos a lo que Él quiere hacer en nosotros. Por lo tanto, debemos usarlas de manera positiva y a su vez, bendecir a los demás. No hablamos de la inteligencia educativa o académica, sino de la espiritual, de las cosas sobrenaturales que Dios nos revela día a día en su palabra, y de nuestra manera de vivir como hijos de Dios.
La palabra de Dios es muy clara cuando dice que debemos buscar esa inteligencia, esa sabiduría. La vida consiste en que si tú quieres algo lo tienes que buscar; buscas un trabajo porque necesitas el dinero para muchas cosas; buscamos a Dios para que Él nos dé bendiciones económicas o materiales. Pero no solo basta con eso, ¿qué tal si antes de pedirle esas cosas le pedimos que nos dé sabiduría?; una vez que Dios nos la conceda, ésta nos traerá grandes bendiciones, así como el rey Salomón: Dios le dio la oportunidad de que pidiera lo que quisiera y él solo pidió sabiduría , ¨Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: pide lo que quieras que yo te dé.¨ 1 de Reyes 3:5 (Reina-Valera 1960).
Más adelante, Salomón le responde: ¨Da, pues a tu siervo, corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿Quién podrá gobernar este pueblo tan grande? Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto.¨ 1 Reyes 3:9-10 (Reina-Valera 1960)
Tal vez muchos se asombraron cuando escucharon esta historia por primera vez. Seguro que a más de uno se le cruzó por la mente pedir otras cosas, porque estamos apegados a lo material, a lo terrenal y éstas duran muy poco en la vida.
Más adelante, Salomón le responde: ¨Da, pues a tu siervo, corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿Quién podrá gobernar este pueblo tan grande? Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto.¨ 1 Reyes 3:9-10 (Reina-Valera 1960)
Tal vez muchos se asombraron cuando escucharon esta historia por primera vez. Seguro que a más de uno se le cruzó por la mente pedir otras cosas, porque estamos apegados a lo material, a lo terrenal y éstas duran muy poco en la vida.
Y Dios le dice: ¨He aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantara otro como tú. Y aun te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días. 1 Reyes 3:12-13 (Reina-Valera 1960)
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