miércoles, 18 de noviembre de 2015

La Vocación Cristiana

“Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido.” Efesios 4:1 (NVI)
El llamado al que Pablo se refiere, se expresa como "vocación" en otras traducciones, pero la idea es siempre la misma. La vocación es una forma de expresar nuestra personalidad frente al mundo del trabajo, del estudio, y de todos los ámbitos, que se manifiesta por una disposición “natural” a realizar ciertas acciones o a preferir determinados ambientes y actividades. Sin embargo, la vocación no es algo innato. Se puede englobar bajo la denominación "Proyecto de vida".
Pablo toma esta idea universal y la aplica para la vida cristiana. Lejos de espiritualizar sobre la dificultad de la conducta diaria del hijo de Dios, nos presenta el requerimiento divino de vivir de una manera digna, en relación al llamamiento que tenemos. Dios espera que sus hijos cumplamos los protocolos que la Biblia nos demanda.
Para cumplir con esa vocación, Dios nos equipa con cuatro grandes virtudes:
Humildad. No siendo una virtud lastimosa y peyorativa, la humildad es la virtud por la cual una persona sabe el valor que tiene, pero no utiliza esa condición para sojuzgar o denigrar a otros, sino que tiene la grandeza de respetar a los demás. El ejemplo más gráfico de esto es Jesucristo mismo.
Mansedumbre. Otros la traducen como amabilidad. La capacidad de enojarse cuando hay que enojarse y de no enojarse cuando no hay que enojarse. Es la virtud que nos permite actuar amablemente, a pesar de las circunstancias. Ser manso no es ser ganso. El ejemplo más poderoso de esto es Jesucristo mismo.
Paciencia. La virtud de mantener el buen ánimo a pesar de las circunstancias. No es una resignación pasiva. Es una resistencia activa que permite mantener la tranquilidad aun en medio de la peor tormenta, y no utilizar a los que nos rodean como receptores de nuestro mal humor por los problemas que tengamos. El ejemplo más notable de esto es Jesucristo mismo.
Amor. La virtud de dar sin esperar nada a cambio. Y obviamente, el ejemplo más grandioso de esto es Jesucristo mismo.
La aplicación en la vida de estas cuatro virtudes, genera una relación de paz. Y este es el llamado que Dios nos hizo.
Responde al llamado divino. Es tu vocación.

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