Cuando te vuelves como un niño, Dios te da las mejores revelaciones, te da las mejores soluciones, te da las ideas geniales que necesitas, te da la unción para la salida. Cuando uno es como un niño en las manos de Dios, uno le dice: “papi”, “tú eres mi papá”. A esta gente le cae la revelación, le cae la alabanza, a esta gente le cae la gloria. Si no nos volvemos como un niño no vamos a entrar en las cosas buenas de Dios.
La fe te hace usar la imaginación. En medio de lo malo vas a ver cosas buenas.
La fe te hace usar la imaginación. En medio de lo malo vas a ver cosas buenas.
La fe es más preciosa que el oro. "Puedo perderlo todo pero la fe me lo traerá a mi vida otra vez". Si no es fe, es basura. Hay que hacer crecer la fe, no solo de pan vive el hombre. El diablo nos muestra lo que se ve, pero nosotros nos movemos por lo que no se ve.
La gente de fe hace lo que nadie hace, porque ve lo que nadie ve. Esa fe te hace ver soluciones donde otros no las ven. El tamaño del problema que resuelvas, es el tamaño de la recompensa que vas a tener.
Tú eres el que le vas a resolver a Faraón “las pesadillas” porque tu fe te llevará a gobernar.
A Jesús le habían llevado un hombre paralítico que lo bajaron por el techo de la casa. Viene a significar que Él te va a mostrar el techo que tienes que romper. Dios te va a dar la fe para resolver todos los problemas.
Hay fe que te hace resolver problemas en dos horas, pero hay otra que te hace resolver problemas de catorce años. Tal como José se los resolvió a Faraón; José estuvo ese tiempo siendo un siervo, hasta que se convirtió en gobernador.
La fe es personal: se acerca al ciego y Jesús le pregunta ¿qué quieres que te haga? Al paralítico también le preguntó, porque Jesús quería que saliera fe de la boca de él, ¡no sale con el pensamiento sino con la boca, callarse es peligroso, hay que hablar victoria!
A veces, la fe de los demás te puede hacer alcanzar un milagro. Al paralítico lo cargaron cuatro amigos que tenían fe. “Jesús vio la fe de ellos” ¡Dios te va a mandar esa gente!
Hay problemas de horas, de años y de generaciones. Todos tienen solución. Algunos, los resuelven rápido, otros con el tiempo, pero el Espíritu Santo dice: “pero ustedes los van a solucionar antes de que aparezcan, porque caminan en mi autoridad y en mi fe”.
La fe me sirve para los deseos de mi corazón y también para las cosas pequeñas. David dijo: “¡Ojalá pudiera yo beber agua del pozo que está a la entrada de Belén!”, y sus valientes arriesgaron sus vidas y se la trajeron. Dios te va a dar hasta la marca de agua mineral que quieras tomar, “deléitate en el Señor y él te concederá las peticiones de tu corazón”.
A veces te da los deseos y a veces te da otras cosas. Si todavía no te sanó es porque seguramente está sanando otras áreas. No te dio el negocio porque te está enseñando a superar las críticas, y cuando adquieras el carácter que necesitas, lo tendrás.
“No te doy el deseo de tu corazón, pero te voy a dar otro deseo”. Abraham esperó treinta años para tener el hijo, pero mientras, le dio otras bendiciones que disfrutó.
La fe te a servir en los malos y en los buenos momentos, te va a mover montañas y a veces las vas a tener que escalar, a veces nos dará nuestros deseos y a veces nos concederá otros.
Cuenta una anécdota que había un hombre de mucho dinero que siempre andaba con un reloj, que para él era muy valioso. Un día, en una reunión, había un relojero y le preguntó si le permitía ver su reloj, a lo que el hombre asintió. El relojero le dijo que ese reloj era barato, y el otro no lo podía creer, pero era así.
“No usemos la fe muerta que es solo emocional. La fe viene por el oír y el oír la Palabra de Dios. No tiene que ver con “sentir”, David decía: “aún en las noches me enseña mi conciencia”. Siempre hay que seguir aprendiendo y creciendo en la fe.
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