Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Romanos 8:6
Si a usted le dieran a escoger entre la vida y la muerte, ¿qué escogería? La respuesta parece obvia, pero en realidad no lo es. Elegir la muerte no significa saltar del puente más cercano, es mucho más sutil que eso.
La Biblia dice que ocuparse de la carne y enredarse en el mundo es lo mismo, es muerte. Pero también nos dice que la vida es: “Hijo mío… está atento a mis palabras… porque son vida a los que las hallan” (Proverbios 4:20-22). Ocuparse del mundo es muerte, ocuparse de la Palabra es vida.
En Lucas 10 vemos un ejemplo muy claro de este principio: lo que les sucedió a María y Marta. Seguramente usted conozca lo que pasó. María estaba sentada a los pies de Jesús oyéndolo enseñar mientras que Marta, muy afanada, estaba en la cocina preparando el almuerzo para todos.
En Lucas 10 vemos un ejemplo muy claro de este principio: lo que les sucedió a María y Marta. Seguramente usted conozca lo que pasó. María estaba sentada a los pies de Jesús oyéndolo enseñar mientras que Marta, muy afanada, estaba en la cocina preparando el almuerzo para todos.
Por fin, Marta no aguantó más; se acercó a Jesús y le dijo: “Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Lucas 10:40-42).
María había dejado todo a un lado para poder oír la Palabra. Pero Marta había dejado que los asuntos aparentemente importantes de la vida, tomaran preferencia sobre la Palabra. Había elegido la muerte en lugar de la vida.
¿Ve usted lo fácil que es caer en este error?
Seguramente me dirá usted: - "si yo no pasara todo mi tiempo atendiendo los asuntos de la vida, terminaría fracasando”.
Marta probablemente pensó lo mismo. Seguramente pensó que si no preparaba el almuerzo para toda esa gente, iban a pasar hambre. Pero no hubiera sido así. Jesús había alimentado milagrosamente a multitudes, y Él podía hacerlo otra vez en casa de Marta. Ella pudo haberse sentado a los pies de Jesús y haber disfrutado de un banquete costeado por Dios.
No cometa el mismo error que cometió Marta. No se enrede tanto en los asuntos de la vida para que no escoja, por descuido, la muerte. Decida poner la Palabra en primer lugar. ¡Escoja la vida!
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