domingo, 25 de octubre de 2015

Paciencia, amor, unidad y paz

Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Efesios 4:2, 3.
Debes tener en cuenta que a la hora de elegir pareja y comprometerte con ella, no estarás uniendo tu vida con un ángel inmaculado, sin defecto, sino con un ser humano pecador, un ser que necesita permanentemente la gracia de Dios a causa de sus errores y pecados, y que está en un proceso de crecimiento y desarrollo espiritual y moral que durará hasta que Cristo regrese. Entonces, será necesario que sigas el consejo que viene a continuación. 

Te será muy necesaria la paciencia con tu pareja, porque sois personas diferentes, de una carga genética diferente, educados en familias diferentes, y que tienen una historia y una individualidad diferentes; y, por si esto fuera poco, ambos tienen una naturaleza pecaminosa que todos los días “hace de las suyas” en el comportamiento. Pero no es una paciencia frustrante, de “aguantar” a tu ser querido, sino que, como dice Pablo, es “paciencia en amor”. Es el amor por tu pareja, el que te lleva a penetrar en profundidad en la hermosura de su ser interior y, a su vez, en el drama que representa, también para ella, vivir en este planeta de pecado y sufrimiento, lo que te puede dar una visión cálida, tierna y comprensiva de tu ser amado, y de cuánto necesita tu trato amoroso y paciente.

También será necesario que luches, que seas solícito en guardar la unidad con tu pareja bajo la acción del Espíritu Santo, quien debe inspirar, dirigir y controlar vuestras vidas para que nada quebrante vuestra relación.

Deben, especialmente, buscar el “vínculo de la paz”, no permitiéndose ser peleadores entre sí, y pasando por alto, hasta donde se pueda, todo aquello que podría provocar malestar, diferencias y reyertas en su relación.

Que Dios te llene de su amor hoy, para que juntos puedan, tu pareja y tú, transitar lo que reste de este peregrinaje hasta el Reino de los cielos tomados de la mano, ayudándose, apoyándose y sosteniéndose mutuamente en esta batalla espiritual, hasta que lleguen juntos al hogar celestial.


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