El hombre más pobre del mundo no es el que no tiene dinero sino el que no tiene una visión para su vida. Pero una visión precisa, enfocada, porque cuando pretendes hacer muchas cosas a la vez, te vuelves mediocre en todo y no destacas en nada.

Conserva, pues, tus fuerzas para cuando se trate de tu casa o de algo realmente importante.
Siempre pierdes cuando luchas:
(a) la batalla equivocada.
(b) en el momento inapropiado.
(c) cuando no deberías estar involucrado.
(d) porque necesitas ganar para sentirte bien contigo mismo.
(e) aunque ya hayas perdido y tu orgullo no te permita reconocerlo.
Mantente concentrado en tus objetivos y mantén tus ojos fijados en el premio que Dios tiene para ti. Si el enemigo no te puede vencer, te distraerá con asuntos secundarios o te inhabilitará haciendo que tomes malas decisiones. De cualquier modo, él gana y tú pierdes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario