jueves, 15 de octubre de 2015

El Bienestar del Cristiano

“Para mí el bien es estar cerca de Dios. He hecho del Señor Soberano mi refugio para contar todas sus obras.” Salmo 73:28 (NVI)

El ser humano del siglo XXI está obsesionado con la búsqueda del bienestar. Intenta por todos los medios obtener mejores condiciones de vida. En los países desarrollados y en las sociedades populosas, se vive con vértigo los avances tecnológicos y las mejoras continuas. De chico era normal hablar por teléfono desde cualquier teléfono público de la calle y por lo general, casi nunca había un teléfono público cerca cuando lo necesitabas. Normalmente, siempre había que caminar muchas calles para encontrarlo.
Hoy, para los chicos es normal tener un móvil con conexión de internet y ver las páginas de sus amigos de facebook, mientras mandan un mensajito de texto. Ya funciona el 3G, y en breve tendremos seguramente nuevos avances. Compramos una notebook y a la media hora sale una versión mejorada. Y entonces, volvemos a intentar comprar la última tecnología.
Pero es una carrera sin sentido. Porque aunque pudiéramos tener todos los bienes materiales que deseáramos, igualmente nos sentiríamos insatisfechos. No importa cuánto tengas en tu bolsillo, que nunca estarás completamente feliz. Por eso el ser humano vive frustrado. Porque se equivocó en su búsqueda del bienestar, en el camino para conseguirlo.
El salmista fue mucho más sabio, y ya tres mil años antes de esta era tecnológica, nos afirmaba que el bienestar de una persona, la completa felicidad, la satisfacción absoluta solo la puede encontrar alguien que está cerca de Dios. Tan simple y tan categórico como esto.
Puedes probar otras recetas, puedes intentar buscar la felicidad en otros lugares, pero al final del camino vas a tener que reconocer que te equivocaste y que solo cerca de Dios hay completa satisfacción. Por supuesto que es bueno tener dinero, una casa digna, un buen trabajo y una bella familia. Nadie está cuestionando esto. Pero si tu concepto de bienestar se sustenta en algún pilar que no sea Dios, estás condenado al fracaso, a la tristeza y a la frustración.
Dios sigue siendo el refugio permanente y maravilloso. Es quien potencia tus bienes, quien te permite disfrutar plenamente todos tus logros, quien te ordena las prioridades de la vida para que vivas plenamente. Pruébalo.


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