MARCOS 12:29-31 Jesús le contestó: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.’ Pero hay un segundo: Ama a tu prójimo como a ti mismo. Ningún mandamiento es más importante que estos.
En la discusión en una mesa redonda, sobre religión y paz entre los pueblos, en la cual participaba el Dalai Lama y un teólogo brasileño (Leonardo Boff), maliciosamente, también con un interés teológico, éste último le preguntó en un inglés algo defectuoso: -“Santidad, ¿cuál es la mejor religión?”- (“Your holiness, what’s the best religion?”)
Esperaba que dijera: “El budismo tibetano”, o “las religiones orientales, mucho más antiguas que el cristianismo…”.
El Dalai Lama hizo una pequeña pausa, sonrió, lo miró fijamente a los ojos, -lo que lo desconcertó un poco, porque se dio cuenta que él sabía la malicia contenida en la pregunta- y afirmó: -“La mejor religión es la que te aproxima más a Dios, al infinito. Es aquella que te hace mejor”-.
Para salir de la perplejidad ante tan sabia respuesta, preguntó de nuevo: -“¿Qué es lo que me hace mejor?”-.
Él respondió: -“Aquello que te hace más compasivo, más sensible, más desapegado, más amoroso, más humanitario, más responsable, más ético. La religión que consiga hacer eso de ti, es la mejor religión”-. Calló, maravillado, y hasta hoy está rumiando su respuesta sabia e irrefutable.
No interesa, amigo, tu religión o si la tienes o no. Lo que realmente importa es tu conducta delante de tu semejante, de tu familia, de tu trabajo, de tu comunidad,... ante el mundo. Recordemos: “El Universo es eco de nuestras acciones y nuestros pensamientos”.
La Ley de la Acción y Reacción no es exclusiva de la Física. La es también de las relaciones humanas. Si yo actúo haciendo el bien, recibiré el bien. Pero si actúo con el mal, recibiré el mal.
Aquello que nuestros abuelos nos dijeron es la más pura verdad: “Tendrás siempre el doble de aquello que desees a los otros”. Ser feliz no es cuestión de destino, es cuestión de elección.
En la discusión en una mesa redonda, sobre religión y paz entre los pueblos, en la cual participaba el Dalai Lama y un teólogo brasileño (Leonardo Boff), maliciosamente, también con un interés teológico, éste último le preguntó en un inglés algo defectuoso: -“Santidad, ¿cuál es la mejor religión?”- (“Your holiness, what’s the best religion?”)
Esperaba que dijera: “El budismo tibetano”, o “las religiones orientales, mucho más antiguas que el cristianismo…”.
El Dalai Lama hizo una pequeña pausa, sonrió, lo miró fijamente a los ojos, -lo que lo desconcertó un poco, porque se dio cuenta que él sabía la malicia contenida en la pregunta- y afirmó: -“La mejor religión es la que te aproxima más a Dios, al infinito. Es aquella que te hace mejor”-.
Para salir de la perplejidad ante tan sabia respuesta, preguntó de nuevo: -“¿Qué es lo que me hace mejor?”-.
Él respondió: -“Aquello que te hace más compasivo, más sensible, más desapegado, más amoroso, más humanitario, más responsable, más ético. La religión que consiga hacer eso de ti, es la mejor religión”-. Calló, maravillado, y hasta hoy está rumiando su respuesta sabia e irrefutable.
No interesa, amigo, tu religión o si la tienes o no. Lo que realmente importa es tu conducta delante de tu semejante, de tu familia, de tu trabajo, de tu comunidad,... ante el mundo. Recordemos: “El Universo es eco de nuestras acciones y nuestros pensamientos”.
La Ley de la Acción y Reacción no es exclusiva de la Física. La es también de las relaciones humanas. Si yo actúo haciendo el bien, recibiré el bien. Pero si actúo con el mal, recibiré el mal.
Aquello que nuestros abuelos nos dijeron es la más pura verdad: “Tendrás siempre el doble de aquello que desees a los otros”. Ser feliz no es cuestión de destino, es cuestión de elección.
- Cuida tus PENSAMIENTOS porque se volverán PALABRAS.
- Cuida tus PALABRAS porque se volverán ACTOS.
- Cuida tus ACTOS porque se harán COSTUMBRE.
- Cuida tus COSTUMBRES porque forjarán tu CARÁCTER.
- Cuida tu CARÁCTER porque formará tu DESTINO.
- Y tu DESTINO será tu VIDA.
Gracias Señor, por las muestras de Tu amor. Ayúdame a cuidar mis pensamientos, mis palabras, mis actos, mis costumbres, mi carácter, y bendice Tú mi destino. Por Cristo Jesús, amén.
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