Es cierto que hay momentos para todo en la vida sin excepción. Como también lo es que todos nuestros problemas tienen la misma solución cuando se llama a Dios. Podemos contárselos a muchas personas, actuar y buscar diferentes soluciones pero solo aquella es la acertada.
Todos esos sentimientos que tenemos guardados en lo más profundo de nuestro corazón, solo Nuestro Padre Celestial los conoce; cosas que para los demás son difíciles de entender y fáciles de juzgar, aunque nos conozcan desde hace varios años, o aunque sean nuestros grandes amigos, todas se solucionan en lo secreto, en la intimidad con Dios, estando a solas con Él.
Todos esos sentimientos que tenemos guardados en lo más profundo de nuestro corazón, solo Nuestro Padre Celestial los conoce; cosas que para los demás son difíciles de entender y fáciles de juzgar, aunque nos conozcan desde hace varios años, o aunque sean nuestros grandes amigos, todas se solucionan en lo secreto, en la intimidad con Dios, estando a solas con Él.
Buscamos consejos en ciertas personas, soluciones, opiniones, pero hay experiencias que solo lograremos experimentar cuando estemos con un corazón contrito y humillado delante de Dios, rendidos y postrados delante de Él. Si te ha pasado sabes de qué se trata, de lo contrario anhélalo y búscalo.
¨Más si desde allí buscares a Jehová tú Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma.¨ Deuteronomio 4:29 (Reina-Valera 1960).
Bien lo dice el salmista, e ilustrado en una canción de Danilo Montero en una de sus obras: "Hay momentos que no deberían terminar"; y no hace referencia a los momentos que pasamos en nuestra vida cotidiana de buenas compañías, amistades, familia; sino a los momentos que pasamos a solas con Dios. Es entonces, cuando entendemos la verdadera adoración, cuando tenemos la sensación de que se acaban todas nuestras lágrimas, y no hay palabras para expresarlos, y si las hay, son palabras que también se acaban, y solo queremos estar en silencio, allí, abrazados con su amor; olvidándonos de todo lo que está alrededor, y no existe nada que robe nuestra atención, solo Él, Nuestro Padre.
Es entonces cuando, poco a poco, vamos conociendo más a Dios, y cuando también nos descubrimos y entendemos lo que podemos llegar a ser en Él. Esto no tiene precio, estos momentos en su presencia, hacen que todos los problemas se olviden, hacen que nos llenemos más de su amor, paz, gozo, fe, paciencia en medio de las pruebas. Experiencias que solo quedan entre Dios y tú.
Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre. Salmos 16:11 (Reina Valera 1960).
Son esos momentos los que hacen que nada le quite el primer lugar a Dios, que no dejan que lo cambiemos a Él por nada ni nadie. Nos hacen apreciar más todo lo que hace por nosotros, nos llenan de gratitud y no permiten que jamás nos alejemos de Él, se logra un enamoramiento mutuo, un amor estable, duradero, fiel, sincero, amor que nos mantendrá unidos a Él por la eternidad.
¡Dios no tiene preferidos, tiene íntimos, sé parte de ellos!
Amo a todos los que me aman. Los que me buscan, me encontrarán.
Proverbios 8:17 (Nueva Traducción Viviente)
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