lunes, 31 de agosto de 2015

¿Tu pasado?, ¡es pasado!

“…NUNCA MÁS ME ACORDARÉ DE SUS PECADOS…” (Hebreos 8:12b)
¿Vuelves al pasado sintiéndote culpable? Escucha: “…nunca más me acordaré de sus pecados…” “¿Es Dios un olvidadizo? No, ¡Él elige no acordarse de tus pecados!
Y cuando tú crees lo contrario, cuestionas su perdón, declaras que tus normas son más altas que las suyas, permites que el enemigo te lleve hacia la condenación, y pierdes el derecho de tener la confianza que necesitas para orar y pedir lo que el Señor tiene para ti.
Cuando repasas tus fracasos pasados, no solamente los mantienes vivos, también les das poder. Es muy probable que lo que mantienes “como fianza”, lo retires y actúes conforme a ese momento de debilidad… Igual que nadie sabe cuándo un volcán inactivo entrará en erupción, no puedes predecir cuándo una cosa sin resolver vuelve a flotar de nuevo, convirtiendo tus palabras en “carbón ardiente” y tu comportamiento en una “lumbre de destrucción”. Solo si te perdonas a ti mismo y a otros, puedes romper la fuerza que tira de ti, que el pasado ejerce sobre ti, y ser capaz de seguir con tu vida.
La vergüenza que sientes del pasado no es una bendición; es una carga que Jesús llevó por ti en la Cruz; déjala y aléjate de ella. Tienes derecho a hacerlo porque la promesa de Dios es:“Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Salmo 103.12).
Cuando el diablo reflota tu pasado a la superficie es porque cree que desconoces tu nueva realidad, porque teme por tu futuro, y porque quiere robarte lo mejor que el Señor tiene para ti. “¿Qué debería hacer?”, preguntas... Dirige tu pregunta hacia la Cruz, rehúsa pensar más acerca de ello, y ¡sigue hacia adelante!

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