viernes, 28 de agosto de 2015

Por muy extraño que parezca

Por muy extraño que parezca, por mucho que cueste creerlo, un día aparece esa persona. Esa persona que te susurra que te quiere, que sonríe cuando tú sonríes, que solo con rozarte la mano te pone los pelos de punta, que se ríe con tu risa. Que te mire de esa manera profunda… asusta. Que produce ese nudo en la garganta. No, no se trata de una persona perfecta, eso es para las películas. Es como cuando encuentras a alguien,... que lo sientes, y al revés, que verdaderamente le importas. Que te agarra fuerte de la mano o que te abraza durante un instante, y que lo único que piensas es que “ojalá no me soltaras nunca”.
A lo largo de nuestra vida, conocemos a alguien que, sin saberlo, logra hacer un hueco en nuestro corazón, hasta el punto de ocuparlo completamente. Esa persona, se convertirá en la razón de cada sonrisa, de cada latido, de esa felicidad que te inunda. Esa persona lo es todo, pero no nos damos cuenta de lo mucho que nos importa hasta que nos imaginamos miles de momentos sin ella, hasta que la distancia no se intercala en medio. Hasta entonces no sabemos apreciar cada palabra que se dijo, cada mirada en silencio; y a veces, es demasiado tarde para dar marcha atrás, para decir aquel te quiero que tanto querías decir y no dijiste.
¿Y si me animo a decirle lo que siento y me rechaza? Bueno, tú eliges arriesgarte o guardarlo en la lista del olvido. Si te dice que no, por lo menos te la sacas de la cabeza de una vez, aunque luego lleve más tiempo quitártela del corazón… pero algo es algo, por lo menos sabrás donde estás.
Yo, desde el principio, elijo hablar y no esquivar las miradas. Elijo querer y todas las consecuencias que eso conlleva. Elijo que esa sea la persona que llene mis días de sonrisas y mi almohada de recuerdos (porque siempre la soñé así). Vamos, toma valor y dile: “Elegí hacerme adicto a tus miradas, a tus pequeñas y adorables manías, a tu risa, a tu forma de hacer las cosas. Adicto a ti. Yo elegí arriesgar y jugarme todo por ti, aun sabiendo que podía perderte de un día para otro. Siempre dije que si tú eras un error, yo prefería equivocarme. Prefiero que seas la mejor equivocación de toda mi vida y no el peor “quizá pudo haber sido…”
Es probable que tengas temor a que te responda: “Es que no estoy segura de lo que siento; prefiero ser tu amiga…”. Si eso pasa,  puedes escribirle o decirle personalmente:“¿No estás segura de lo que sientes? Solo se me ocurren tres cosas: ¿Es difícil que te enamores? ¿Tienes miedo? o ¿me amas y no lo sabes? En fin, tengo algunas soluciones en mente:
Si es difícil que te enamores, ¡persevera! Si una gota de agua que insiste, logra penetrar una roca, de forma inevitable se cuela por la más pequeña, insignificante, por la más mínima grieta, y alcanza a humedecer el interior, aunque la roca no quiera. Aunque se crea dura e impenetrable. Es totalmente vulnerable cuando una gota quiere cumplir su objetivo: ¡Bañar su corazón! ¿Porque sabes? Te amo desde hace mucho tiempo, aunque tú no me ames. Si la razón es que eres difícil, sé que un día llegaré a mojar tu corazón aunque no lo quieras…
Si lo que te pasa es que tienes miedo, solo puedo decirte que si no pruebas no lo sabrás nunca. ¿Cómo hago para que sientas que te hago falta? Es difícil en nuestra situación porque ni siquiera me tienes. ¿Cómo vas a extrañar mis besos si no sabes cuál es el sabor de mi boca? ¿Cómo vas a extrañar mis abrazos si no sabes cómo aprieto? ¿Cómo vas a extrañar olerme si no sabes cuál es mi aroma? ¿Cómo vas a buscar refugiarte en mis brazos cuando el despertador suene, si no estoy contigo por la mañana? ¿Cómo vas a extrañar mi saludo y mi regreso si ni siquiera me he despedido de ti? Y si decides no amarme, ¿cómo te deshaces de mí si no me tienes? ¿Cómo te alejas de mí si ya estoy lejos?
Finalmente, ¿será que me amas y no lo sabes? Esta es la razón más difícil. Si esto es lo que te sucede, es en lo que me siento más perdido. Ya te abrí mi corazón, te dejé pasar. Comencé por extrañarte cuando no te veía, luego empecé a necesitarte, te he explorado y he comprobado que eres perfecta, que encajas a la perfección con lo que siempre he amado. Ahora sé que te amo porque me haces falta.
Ahora bien, si finalmente descubres que no me amas, que no me amarás nunca, ambos habremos aprendido un nuevo método de cómo NO se hacen las cosas. Y todo aprendizaje es un éxito. En fin, si después de todo esto no logro conmoverte, tendré que conformarme con ese pequeñísimo momento en que nos cruzamos la mirada o lo que es mejor, cuando me saludas con una sonrisa. Es lo único que me queda, pero por lo menos… algo es algo”.
Si con todo eso, no se derrite o se derrumba de amor… no pierdas más tu valioso tiempo. Pero por lo menos te vas a quedar con el sabor…de que lo intentaste todo.

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