viernes, 28 de agosto de 2015

Llene su boca de risa

El Salmo 126:2,3 habla de risa y alegría. Una vez vi, en un canal de televisión cristiano, un programa de entrevistas en el cual los participantes conversaban sobre el avivamiento de la risa, hecho que ocurrió hace algunos años en varias partes del mundo al mismo tiempo. Alguien le preguntó al anfitrión del show si la risa era de Dios.
“¿Ofendió su mentalidad?”, le preguntó el anfitrión. “Sí, lo hizo”, respondió la persona que había hecho la pregunta. “Bien, entonces”, respondió el anfitrión, “probablemente sea de Dios”.
¿Observó usted que Jesús ofendía a la gente falsamente religiosa? Algunas veces, parecía hacerlo a propósito. En Mateo 15:12, los discípulos de Jesús le dicen: “¿Sabes que los fariseos se escandalizaron al oír eso?” La respuesta que les dio Jesús fue: “Déjenlos; son guías ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en un hoyo” (Mateo 15:14). Si vamos a seguir a Jesús, debemos comprender que nuestras mentes no siempre estarán de acuerdo con todo lo que Él dice y hace. Deje de estar controlando todo con su mente y comience a preguntarse si resiste espiritualmente lo que está sucediendo. Frecuentemente rechazamos cosas y acciones que son genuinamente de Dios, simplemente porque nunca las hemos visto y no las comprendemos con nuestra mente.
Debemos cuidarnos del “fariseísmo” en nuestros corazones y actitudes. Si se supiera la verdad, se vería que la iglesia de hoy está llena de fariseos. Yo he sido una de ellos. De hecho, era como la jefa de los fariseos. Era rígida, legalista, aburrida, actuaba para impresionar a otros, sin humor, criticona y juzgadora. Estaba en camino al cielo, pero no disfrutaba de mi viaje.
Debemos dejar de ser tan rígidos, porque Jesús nos envió a este mundo no para estar atados sino para ser libres. Debemos ser libres para reír, disfrutar la vida, amar a la gente y no tener miedo de salir y probar nuevas cosas.
Ahora bien, esto no significa que vayamos por la vida tratando de ver lo ridículamente que podemos actuar. No ese trata de rarezas ni de fanatismos, sino de libertad y alegría. Es seguir libremente la guía del Espíritu Santo. Vaya adelante, ríase un poco. ¡Dios no se ofenderá, Él quiere que usted sea feliz!

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